Visto para sentencia el juicio contra Bruno da Silva por la querella presentada por Onofre Pascual
El despacho Fuster-Fabra defiende al empresario Bruno da Silva por la querella presentada contra él por el ex socio de Cursach
Mientras la acusación particular pide cárcel para el denunciado la Fiscalía considera que no cometió ningún delito


Ha quedado visto para sentencia el juicio contra el empresario Bruno da Silva por la querella presentada contra él por el ex socio de Cursach Onofre Pascual. Mientras la acusación particular pide cárcel para el denunciado, la Fiscalía sostiene que no cometió ningún delito y que la denuncia deriva exclusivamente del enfrentamiento entre dos empresarios. El despacho Fuster-Fabra ha defendido a Bruno da Silva en el procedimiento por la querella presentada por el ex socio de Cursach.
Ni la detención del padre por su relación con una gran trama de corrupción relacionada con la Policía Local de Palma y el caso Cursasch, ni los negocios de familia con la prostitución de mujeres, ni tampoco un traumático divorcio en el que su mujer le estuvo humillando, le dejó ninguna secuela psicológica. En cambio, sí lo hizo un enfrentamiento, a través de mensajes de correo, que mantuvo años atrás con el empresario Bruno da Silva, ya que desde entonces está bajo tratamiento de un experto. Onofre Pascual, el máximo responsable de la importante cadena hotelera Pabisa, dueño de cinco establecimientos en Mallorca, ha pedido en un juzgado de Palma que la juez envíe a la cárcel al empresario Da Silva, al que responsabiliza de todos sus males psicológicos, hasta el extremo de que «se ha vuelto más asocial, le ha conducido al decaimiento y, sobre todo, porque teme que va a ser víctima de una agresión física».
Aunque los síntomas que describe son graves y justifican la intervención de un profesional, el empresario nunca se ha tratado con un psiquiatra, ni siquiera ha pedido ayuda a su médico de cabeza. Sólo ha asistido a varias sesiones con una psicóloga que ha certificado que, en efecto, padece un trastorno porque le da pavor exponerse en público y muestra un comportamiento asocial. Síntomas que, según la psicóloga de parte, son la consecuencia del enfrentamiento que Onofre Pascual mantiene con Da Silva, y que en ningún momento relaciona con los graves problemas que ha venido sufriendo su familia en los últimos años.
Este conflicto entre estos dos empresarios de la Playa de Palma está directamente relacionado con la trama de la Policía Local, que protagonizó uno de los más grandes escándalos de corrupción investigados en Mallorca, que al final se ha saldado con todos los acusados absueltos, a pesar de las graves acusaciones que pesaban sobre ellos, sobre todo contra los agentes policiales.
Bruno da Silva fue una de las víctimas del acoso de la denominada Patrulla Verde de la Policía Local, que realizó numerosas inspecciones en su negocio de restauración, presentándose varias veces a la semana, hasta que hubo un momento que estas visitas espantaron a sus clientes y tuvo que cerrar el negocio.
Da Silva, que ha tenido que sentarse en el banquillo y defenderse de los delitos de acoso y amenazas, ha explicado a la juez que uno de los policías locales investigados le confesó (lo tiene grabado) que eran los empresarios Pascual, padre e hijo, los que enviaban a la Patrulla Verde a su negocio, con el objetivo de arruinarle, lo que habría facilitado quedarse con el negocio.
Esta confesión se produjo en el año 2018, lo que provocó que cambiara la relación que hasta entonces, y desde hacía más de quince años, mantenía Da Silva con Onofre Pascual. El empresario francés, y así lo ha reconocido, le envió varios correos electrónicos al hotelero, pidiéndole que le aclarara si la confesión que le había realizado el policía era cierta, o no. Y al no recibir nunca respuesta, le volvió a enviar un correo, con un tono mucho más agresivo, en el que le dedicaba algunas descalificaciones y le anunciaba que haría todo lo posible para descubrir la verdad. El empresario presentó una querella contra Onofre Pascual y contra varios policías locales, que al final terminó sin ser admitida a trámite.
Onofre Pascual, que ha declarado como testigo, ha querido escenificar el trauma que, según él, sufre desde que Da Silva le estuvo enviando una serie de correos electrónicos donde le pedía explicaciones sobre el acoso policial. Una situación que quiso relacionar con un conflicto ocurrido hace años, donde ambas partes no llegaron a un acuerdo sobre una serie de negocios turísticos en la zona de la Playa de Palma.
El director general de la cadena Pabisa pretende, actuando como denunciante y acusación particular, que el empresa Da Silva termine en prisión, porque le acusa de todos los males que ha venido sufriendo en los últimos años. Males que según él, le han provocado que cambie de costumbres, como por ejemplo dejar de salir por la puerta principal de su oficina para no toparse con su oponente, o no realizar nunca la misma ruta.
Ha afirmado que se siente vigilado y acosado, e incluso teme que puede ser víctima de alguna agresión física. En un momento determinado de su declaración ha llegado a romperse emocionalmente cuando el abogado de la defensa, Ignacio Fuster Fabra, le ha preguntado si era cierto que había tenido un divorcio complicado y que su esposa le dedicaba algunas humillaciones, pero se mantuvo firme cuando se le preguntó por el resto de incidentes, mucho más graves, que sufrió su familia y las empresas que dirige. El empresario ha reconocido que llegó incluso a interpretar como una amenaza una felicitación navideña que le envió
«Da Silva es el elemento fundamental de las secuelas psicológicas que sufro”, ha insistido el empresario hotelero.
La defensa ha aportado en el juicio la declaración de dos testigos, antiguos empleados del acusado, que han coincidido que antes de los episodios con la Policía Local de Palma, la relación entre Da Silva y Onofre Pascual era muy fluida y cordial, como lo demostraba que solían tomar café varias veces por semana.
Mientras que la acusación particular pide cárcel para el denunciado, la Fiscalía considera que no existe delito alguno, salvo el enfrentamiento entre dos empresarios.
La defensa, que pide la absolución, también se apoya en un informe técnico que ha realizado el médico José Cabrera, que por una parte niega que Bruno da Silva sea una persona agresiva, ni vengativa, y por otra parte, pone en duda el trauma psicológico que ha descrito la psicóloga contratada por el empresario hotelero.
El juicio ha quedado visto para sentencia.