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Odio, ¿qué odio?

Odio, ¿qué odio?

Esta es una parte del relato. El presidente de la OCB, Antoni Llabrés, alguien que vol viure plenamente en català -en catalá de Pompeu Fabra no, evidentemente, de Alcover Moll- parece que no se ha hecho esperar y su reacción, su tono, ha sido incendiario: «La letra y el espíritu del acuerdo destila el odio de la extrema derecha contra nuestra lengua y cultura».

Qué ha pasado aquí para motivar una reacción tan furibunda, pues que PP y Vox han acordado modificar por primera vez la Ley balear de Educación para incluir la vehicularidad de las dos lenguas cooficiales y la promoción de las modalidades lingüísticas propias de cada isla con el fin de garantizar el conocimiento del español en el sistema educativo, cuando en la pasada legislatura, la de Armengol, sólo el catalán, y no el español, lo era. O sea, y para entendernos, el español había que aprenderlo por la tele y alguna asignatura más o menos irrelevante mientras se imparta la enseñanza sólo en catalán.

Pues vaya avance. No negarán ustedes que si un catalán y un vasco, un suponer, quieren entenderse pueden recurrir al español, pero obviamente, para los que quieren vivir plenamente en catalán, mejor que se entiendan en inglés. Ante este acuerdo del Govern de Prohens, la llamada a tomar las calles por parte de los independentistas ha sido inmediata: «¡Nos tendrán enfrente!»

El PSOE balear, con su secretaria general Francina Armengol, al igual que los independentistas de Més per Mallorca, han montado en cólera porque este acuerdo evidencia «el propósito de arrinconamiento progresivo de la lengua catalana en todos los ámbitos: educativo, institucional y administrativo». Y finalmente lo que faltaba para redondear el argumento, el portavoz parlamentario socialista, Iago Negueruela, un foraster converso, hacía una llamada urbi et orbe asegurando que «somos una sociedad -¿cuál es la suya?- que parará este disparate».

Resumiendo, según la conveniencia de llegar a aprender bien ambos idiomas, el oficial y el propio de estas islas, respetando las variantes dialectales tan válidas o más que el catalán estándar que aquí suele enseñarse, es un auténtico atentado. Con qué parte del relato cabe ahora identificarse, cada cual.

MARTES: SE ACABÓ UNA PARTE DEL DESPILFARRO. Un acuerdo presupuestario alcanzado por PP y Vox ahora en Baleares incluye el compromiso firme del Govern de retirar las subvenciones a patronales y sindicatos y a otros digamos que chiringuitos independentistas. Obsérvese que las ayudas a las patronales CAEB y Pimem y los sindicatos CCOO y UGT están cuantificadas en 415.000 euros.

Es evidente que las administraciones públicas, y más las socialistas, tienden a repartir dinero a granel y con el más mínimo propósito y evitaremos mentar cuáles porque sería un relato interminable. Pero también en la sociedad civil existen los que se aprovechan de la situación y acuden a solicitar dinero por cualquier causa irrelevante.

Bien está pues que por algún lugar se comience a ejercer la austeridad y más cuando estas asociaciones, patronales y sindicatos, deberían subsistir con la aportación de sus afiliados y no manteniendo estructuras innecesarias. Por fin algo digno de reseñar.

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