PRIMERA LÍNEA

¿Alguien le comprará el mensaje a Francina Armengol?

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Despejada la incógnita de Extremadura, toca observar qué estará pasando aquí con los socialistas. Los últimos resultados en las urnas que tenemos, apuntan que en las autonómicas (mayo 2023) consiguieron 118.140 votos y en las generales (julio 2023) alcanzó el PSIB-PSOE 151.786 frente a los 179.303 del PP-Baleares. La diferencia, 27.517 a favor del centroderecha. 

Una diferencia no precisamente alentadora pues ciertamente los socialistas van a rebufo de los populares en número de votos. Claro que situados ya en el ecuador de esta legislatura, el panorama para los socialistas resulta un poco sombrío, o sea, «triste, melancólico» –la RAE- y eso explica ese tono rancio del discurso de Navidad pronunciado por Armengol días atrás. Las palabras de Francina Armengol venían a evidenciar que vive en Matrix.

Les diré a mis queridos 151.786 votantes socialistas de Baleares que vivir en Matrix significa estar atrapado en una realidad ilusoria. Mientras salir de Matrix es el despertar espiritual, la toma de conciencia para vivir desde el libre albedrío y la verdad. Otro que vive en Matrix es el líder de Més per Mallorca, Lluís Apesteguia. Más que en Matrix, vive inmerso en la maldad, entendiendo por ello, «vileza, inmoralidad, perversidad». Otra vez la RAE. 

¿Por qué lo digo? Verán. Días pasados, dijo la siguiente barbaridad: «Si la alternativa no fuese PP-Vox, Pedro Sánchez tendría que dimitir». Es decir, una defensa satánica de aquello de que el fin justifica los medios. No olvidar que esta tropa no sería nada sin el consentimiento de los socialistas. Ambos se necesitan. En su afirmación Apesteguia reconoce que Sánchez sí debería dimitir, pero que su corrosivo talante es asunto menor cuando la alternativa es la derecha. No aceptan la alternancia, un principio básico en democracia. El conjunto de los votantes de Baleares debería tenerlo en cuenta. Incluso los abstencionistas, principalmente, porque aunque no voten, las cámaras sí les condicionan al regular sus vidas, aprobando leyes que son estropicios.

Vayamos con Francina Armengol, que como secretaria general del PSIB se plantó en la cena de Navidad de la federación socialista de Mallorca el 19 de diciembre y dijo, entre otras lindezas, esta frase monumental: «(Sánchez) es la envidia de muchos en todo el mundo», omitiendo, por supuesto, que se refería al grupo de Puebla y a su condición de presidente de la Internacional Socialista, que ya empieza a ser muy cuestionado en Europa. Insistiendo en su arrebato Matrix, esta perla: «El PSOE es víctima de un ataque desmedido por envidia». ¿De verdad? La demencia de Armengol está fuera de órbita. 

¿Cómo se puede envidiar a un partido que ha perdido en definitiva el norte? Hoy el PSOE es un detritus que se asemeja bastante a lo que fue en 1934, es decir, ha vuelto a las sobras y despojos que Felipe González ocultó entre el año 1982 y 1996. Rodríguez Zapatero le puso música a esta danza cainita y Sánchez se ha encargado de ponerle letra en forma de leyes irracionales. 

No podía faltar el mantra, obviamente: «Ahora más que nunca vale la pena luchar para contrarrestar la ola de ultraderecha». ¿Y cómo hacerlo? Lo dice alto y claro Francina Armengol: «Con orgullo». ¿Qué orgullo? ¿El Hat Bar; las mascarillas fraudulentas; las menores por ella tuteladas y hundiéndolas en la prostitución; su patético comportamiento hundiendo la credibilidad de la presidencia del Congreso de los Diputados, consagrada a la neutralidad? 

Encima su número 2, su peluche Iago Negueruela, arrastrado por los suelos de la indignidad. La pregunta clave: ¿Conservará sus tres diputados el 27?

Mis queridos 151.786 votantes socialistas de Baleares y los que se sumen el año 2027 (antes no habrá elecciones porque esta basura aguantará hasta el final), no espero absolutamente nada de vosotros. Pero sí confío en que el voto de centroderecha (Vox no es extrema derecha y sí conservadores a ultranza, que es muy distinto) os descabalgue definitivamente, hasta llegar la necesaria refundación que permita una alternancia en serio dialogante.

Por último, la pregunta es: ¿alguien le comprará el mensaje a Armengol? Ella, que asimismo es el peluche de Sánchez diciendo amén a sus dictados.

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