Si la hipocresía fuera delito Errejón tendría la pena más alta
Íñigo Errejón acusa a la actriz que le denunció por agresión sexual de haber presentado una «denuncia falsa» y actuar con «mala fe, fraude de ley, abuso de derecho y de forma tramposa» cuando «prolonga de forma injusta la pena de banquillo de los acusados». Además, pide que se le permita declarar para «exponer la verdad de los hechos». Con independencia de que el ex portavoz de Sumar esté en su perfecto derecho de recurrir la decisión del juez de suspender temporalmente la causa por la baja por maternidad de la abogada de la denunciante Elisa Mouliaá, la cuestión de fondo es otra y tiene que ver con la supina exhibición de hipocresía de esta izquierda que ha acuñado lemas como el «Yo si te creo, hermana» o «No hay denuncias falsas, sino una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres».
El autor de esta última frase es el mismo Íñigo Errejón que hoy acusa a una mujer de presentar una denuncia falsa, por lo que al margen de lo que determine la justicia y respetando en el caso en cuestión su presunción de inocencia, si el cinismo fuera delito Errejón tendría la pena más alta, sin presunción alguna de inocencia. La doble moral de la izquierda en este asunto provoca grima, porque han instrumentalizado hasta la náusea el feminismo, convirtiéndolo en un dogma totalitario patrimonio de su rancia ideología. ¿Qué tiene que decir Yolanda Díaz al hecho de que Errejón acuse a una mujer de presentar una denuncia «falsa y tramposa»? ¿Le parece que Errejón está criminalizando a la actriz Elisa Mouliaá? ¿Cree la ministra de Trabajo a la denunciante o al denunciado? Ya está bien de doble moral, ya está bien de hipocresía. El caso Errejón ha roto las costuras de una izquierda que ha pervertido el concepto más noble del feminismo para convertirlo en un arma política. Y como las armas las carga el diablo, han salido chamuscados.