Ureña puntúa en Las Ventas y Perera borda el toreo pero falla con la espada

Ureña puntúa en Las Ventas y Perera borda el toreo pero falla con la espada
Paco Ureña durante una de sus faenas (Foto: EFE).

Más de 23.000 almas se reunían en Las Ventas para presenciar el ansiado mano a mano entre Miguel Ángel Perera y Paco Ureña. Se lidiaban astados de Juan Pedro Domecq (1º y 4º), Núñez del Cuvillo (2º y 5º) y Victoriano del Río (3º y 6º). El sexto sustituido por el sobrero de José Vázquez.

Abrió plaza Perera con un toro de Juan Pedro bastante complicado que le impidió lucirse. Comenzó la faena de capote por medias verónicas dejando buen sabor de boca en los tendidos. Continuó con la muleta dominando por el pitón izquierdo donde pudo mostrar varias tandas de mucha calidad. Al comprobar que al animal le faltaba bastante fuerza se vio obligado a abreviar la faena, aun así, dejó momentos al natural de bello trazo y, sobre todo, muy profundo. El toro no colaboró y finalmente todo quedó en silencio para el torero y pitos para el animal en el arrastre.

Ureña regresaba a la plaza donde más hace sentir el toreo de verdad. Sus inicios fueron muy toreros y del gusto de Madrid. Destacaron varias tandas de muletazos ajustados rematados por lo bajo. Ureña consiguió que su izquierda tomara vuelo y fuera la protagonista. El murciano tuvo paciencia, le dio espacio y consiguió que el animal fuera a más. Llevó al toro a los terrenos del tendido siete donde supo administrar al astado después de que se cayese en alguna ocasión. Al natural llegaron grandes momentos del diestro, que mató de un soberano estoconazo que por sí solo valió el premio. Se ganó el único trofeo de la tarde.

Perera recibió a su segundo, de Victoriano del Río, de rodillas con el capote por medias verónicas muy ajustadas. Continuó en los medios por quites por chicuelinas. El animal era bastante noble y no empujaba la embestida, por ello al diestro le costó ligar la faena. Intentó exprimir al máximo la suavidad que tenía el toro, pero empañó la faena en los aceros. Silencio.

La falta de entrega del cuarto puso en jaque la paciencia de Ureña. Un  animal bastante desagradecido que en ningún momento rompió ante la propuesta del torero murciano. Escuchó el silencio mientras hubo pitos para el toro.

Por fin llegó el quinto, de nombre “Portugués”, que nadie se imaginaba que sería el protagonista de la tarde. El toro de la ganadería Cuvillo era una máquina de embestir. Perera lo entendió de principio a fin. Comenzó con muletazos muy ajustados y marcó toda la faena en los medios. Fue un auténtico espectáculo el de Cuvillo: a más la faena y también la plenitud de Perera, que dejó detalles torerísimos en los finales de serie. De espanto fueron las bernadinas finales ante el bravo animal pero la espada esfumó el premio final. Vuelta al ruedo al toro y al torero.

Entregado totalmente estuvo Ureña ante el sexto bis, de José Vázquez, que salió en sustitución del titular devuelto por falta de fuerza. Este animal era bastante difícil, puso entre las cuerdas a Paco Ureña ya que huía a tablas todo el tiempo. Se jugó la vida durante toda la faena. A pesar de lo complicado de la faena, Ureña mostró algunos naturales que encandilaron a los tendidos. Remató con una estocada entera y se ganó la ovación de su público madrileño.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Tercera de la Feria de Otoño. Corrida de toros. Lleno.

Toros de Juan Pedro Domecq (1º y 4º), Núñez del Cuvillo (2º y 5º, de vuelta al ruedo) y Victoriano del Río (3º y 6º).

Miguel Ángel Perera, silencio, silencio y vuelta tras aviso.

Paco Ureña, oreja, silencio y ovación.

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