Si AirDrop no existiera, nadie usaría Bluetooth en 2025

AirDrop
Nacho Grosso
  • Nacho Grosso
  • Cádiz (1973) Redactor y editor especializado en tecnología. Escribiendo profesionalmente desde 2017 para medios de difusión y blogs en español.

Todos hemos pasado por ahí, intentar enviar una foto por Bluetooth, emparejar dos dispositivos, escribir un código de seis cifras, rezar para que no se desconecte a mitad de la transferencia. Era lento, torpe, y si fallaba, nadie sabía por qué. Hasta que Apple inventó algo que funcionaba sin esfuerzo. Usar AirDrop fue como pasar del carro al coche.

Bluetooth era un caos hasta que llegó AirDrop

Desde su lanzamiento, AirDrop se ha convertido en una de esas funciones que no necesitas explicar. Está ahí, funciona y punto. Mandas un vídeo, una foto, un archivo PDF o incluso una web desde el iPhone al Mac, del iPad al iPhone, del iPhone al iPhone del colega que tienes delante. Sin cables, sin emparejamientos, sin contraseñas, solo la magia Apple.

Lo curioso es que, a día de hoy, ningún fabricante ha conseguido una alternativa igual de pulida. Android lo ha intentado con Nearby Share (ahora Quick Share), Samsung tiene su versión propia, Windows tiene algo parecido, pero ninguna opción es tan universal y confiable dentro de su ecosistema como AirDrop. El éxito no está solo en la velocidad, sino en la experiencia de uso: detecta los dispositivos al instante, respeta tu privacidad, y puedes elegir con quién compartir en segundos.

Lo que hace Apple, y en esto hay que reconocerles el mérito, es que sus cosas funcionan sin que tengas que leer un manual. Y usar AirDrop es probablemente uno de los ejemplos más evidentes de esa filosofía. Por eso, aunque sigue basándose en tecnología Bluetooth y WiFi, nadie lo asocia con el antiguo y desesperante “enviando archivo por Bluetooth”.

AirDrop es la cara amable del ecosistema Apple

Detrás de AirDrop hay algo más importante que la tecnología: el valor de estar dentro del ecosistema. Solo funciona entre dispositivos Apple, sí, pero eso lo convierte en un superpoder cuando tienes más de uno. Puedes enviarte documentos del iPhone al Mac para seguir trabajando, fotos del iPad al iPhone para subir a redes, o incluso compartir archivos en grupo sin necesidad de internet.

Y todo sin aplicaciones extra, sin tener que buscar cables o pasar por nubes externas. Solo eliges el archivo, pulsas compartir, y aparece la persona (o el dispositivo) que tienes al lado. Por eso usar AirDrop es tan adictivo: porque te ahorra tiempo sin esfuerzo mental.

Cuando algo funciona tan bien, deja de notarse

Lo más curioso de AirDrop es que nadie habla de él hasta que falta. Si estás en un entorno donde todos tienen Apple, no hay discusión: se manda por AirDrop y listo. Pero cuando alguien aparece con un Android, la logística se vuelve más torpe. ¿Te lo paso por WhatsApp? ¿Te lo subo a Drive? ¿Te lo mando por correo? Nada es tan directo como abrir la app Fotos, pulsar compartir y ver el nombre de tu compañero flotando en pantalla.

Es una de esas pequeñas funciones que Apple no suele destacar en sus keynotes, pero que marca una gran diferencia en el día a día. Y sin darnos cuenta, ha hecho que el Bluetooth tradicional, el de antes, el de emparejar y fallar, haya quedado reducido a auriculares, altavoces y poco más.

AirDrop no es una app, es una expectativa

Ya no solo usamos AirDrop: esperamos que todo funcione como AirDrop. Que las fotos se manden solas, que los archivos lleguen sin drama, que compartir sea tan simple como apretar un botón. Nos hemos acostumbrado a lo invisible, a lo inmediato. Y cualquier cosa que no lo sea, nos parece del siglo pasado.

Por eso, si un día Apple lo quitara  volveríamos a darnos cuenta de lo increíblemente útil que es. Porque como tantas cosas bien diseñadas, AirDrop ha dejado de ser una función para convertirse en una necesidad silenciosa.

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