¿Qué aprendí tras 5 días usando un móvil Nokia antiguo?
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La presión de estar continuamente conectado es algo que, aunque no lo creamos, nos afecta. Por eso, he pasado 5 días utilizando exclusivamente un teléfono que ya podríamos considerar obsoleto y antiguo, concretamente el Nokia 8310. Si bien en su momento era la punta de lanza de la tecnología, ahora solamente sirve para hacer llamadas y jugar a la serpiente. Aquí te cuento mi experiencia y mis sensaciones.
Aprendiendo a desconectarme
Al principio, no fue fácil. Aunque llevaba el Nokia encima, sabía que no tenía acceso inmediato a las redes sociales ni a WhatsApp, y eso me causaba cierta ansiedad. Me di cuenta de cuántas veces revisaba el móvil sin pensar, solo por costumbre. Con el Nokia, esto cambió de manera radical. Solo recibía llamadas, ya que los SMS prácticamente no se utilizan entre particulares. En estos cinco días, apenas recibí un par de llamadas, lo cual me hizo ver cuán poco se usa el teléfono para hablar.
Redescubriendo lo simple
Pasados unos días, empecé a disfrutar de esa desconexión. El antiguo Nokia, ligero y sencillo, solo necesita una carga a la semana, algo impensable para un smartphone. Me sentía libre, sin la urgencia de cargar el móvil a diario o de perder el tiempo deslizando el dedo por la pantalla sin hacer nada. Redescubrí la sensación de estar libre de presión. Es algo que merece la pena experimentar, aunque sé que no sería capaz de renunciar al smartphone de manera definitiva.
Para no perder del todo la conexión, dejaba mi teléfono principal conectado a la red WiFi de casa, y solo consultaba WhatsApp dos veces al día, a primera hora de la mañana y poco antes de ir a dormir. Encontraba mensajes de personas algo inquietas, preguntándome si me había pasado algo por no responder al instante. Les expliqué la situación y entendieron que se trataba de un experimento.
Es cierto que la desconexión no fue total, ya que trabajo frente a un ordenador y en cualquier momento podía consultar redes sociales o estar al tanto de las novedades tecnológicas de mi ámbito. Esa desconexión completa no es viable para mí porque forma parte de mi trabajo, pero alejarse del teléfono inteligente durante cinco días fue perfectamente posible y, sinceramente, lo recomiendo.
Cómo ha cambiado mi día a día
Aunque pueda sonar exagerado, salir a la calle con un antiguo Nokia de hace 23 años me ha permitido observar más los detalles de lo que me rodea. No tener la constante ansiedad de mirar el teléfono es una sensación liberadora, y me ha llevado a preguntarme si realmente vale la pena vivir siempre atado a esa dependencia. Es algo que necesita trabajarse, porque realmente no es necesario revisar el teléfono continuamente.
También pude notar cuánto tiempo dedico a cosas que a veces no valen la pena. Muchas veces cojo el teléfono por puro aburrimiento, y paso el tiempo sin hacer nada productivo
Una experiencia que merece la pena vivir
Ha sido toda una vivir esto en primera persona con un Nokia antiguo. Como redactor de tecnología, no voy a renegar de los avances que supone tener un auténtico ordenador en el bolsillo y de cómo soluciona una gran cantidad de cuestiones diarias. Sin embargo, esa sensación de no estar pendiente del teléfono constantemente merece la pena. Quizás esta experiencia sea un punto de partida para cambiar mi relación con los teléfonos inteligentes. No voy a renegar de ellos, pero sí me esforzaré en gestionar mi tiempo con más lógica.
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