Los informes forenses confirman que Laura Luelmo sufrió una agresión sexual
Los especialistas concluyen, en una ampliación de su primer informe, que la exploración de la víctima revela lesiones en los genitales así como en la cara interior de los muslos
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Es la acusación que Bernardo Montoya pretende esquivar a toda costa porque implica la prisión permanente revisable, por eso desde el día de su detención niega una y otra vez haber agredido sexualmente a Laura Luelmo, la joven profesora a la que asesinó en la localidad onubense de El Campillo. Montoya repite una y otra vez como un mantra ante la Guardia Civil, la juez del caso y los funcionarios de prisiones que tiene problemas de erección y por lo tanto no agredió a la mujer.
Sin embargo, este periódico ha accedido a los informes forenses del caso que dejan bien claro que los especialistas sí creen que Montoya agredió sexualmente a Laura Luelmo antes de acabar con su vida. Así los forenses de Huelva explican, en una ampliación de su primer informe, que la exploración de la víctima revela lesiones en los genitales así como en la cara interior de los muslos, lo que unido al estado de semidesnudez en que fue encontrada parecen demostrar que hubo violencia sexual.
Además, estudios biológicos posteriores del Instituto de Toxicología de Sevilla hallaron ADN de Bernardo Montoya en los genitales y tobillos de Laura. ADN que pese a estar incompleto es casi totalmente coincidente con la genética de Montoya y los varones de su familia. No encontraron semen, algo que tampoco es indispensable ya que todas las demás pruebas entran dentro de los supuestos de agresión sexual que establece la Ley.
Los estudios forenses demuestran que Montoya es el único que estuvo en contacto íntimo con la víctima y existió agresión sexual, pero no es la única prueba de carácter científico que le acerca a la condena más elevada.
El servicio de criminalística de la Guardia Civil halló sangre de la víctima en el dormitorio de la casa de Montoya, en las paredes, en los azulejos del baño, en los del suelo, en la manta en la que transportó el cadáver, en unos vaqueros y hasta en una zapatilla. También restos biológicos de ambos en una fregona recogida en la casa del presunto asesino.
Tanta profusión de datos puestos negro sobre blanco en los informes de la Guardia Civil describen una agresión salvaje por parte de Montoya sobre Laura Luelmo dentro del domicilio del primero. Los más de 40 golpes que enumera la autopsia sólo en la zona craneal lo demuestran, y el golpe que horas después le propinó con una piedra y acabó finalmente con la vida de Laura atestiguan el sadismo del presunto asesino y agresor sexual.
A todos estos informes tendrá que enfrentarse Bernardo Montoya cuando el próximo mes comparezca ante la juez del caso para relatarle la nueva versión del crimen que ahora cuenta desde la cárcel. Montoya, que confesó su crimen a la Guardia Civil y a la juez, dice ahora que fue una ex pareja suya a la que no veía desde hace tres años la que asesinó a Laura Luelmo por celos. Hasta ahora la ciencia le señala sólo a él.