La fuerza de la educación para romper el círculo de la pobreza

La fuerza de la educación para romper el círculo de la pobreza

“Era muy tímido, tenía dificultades para relacionarse con sus iguales”, relata orgullosa Beatriz Moya, trabajadora social de la Asociación Valdeperales de Madrid y coordinadora de la red CaixaProinfancia de la zona madrileña de Fuencarral, refiriéndose a Kevin Herrero, un chico de Perú que hoy tiene 21 años al que conocen desde niño y al que, entre otros aspectos, ayudaron a vencer su timidez y a superar la separación de sus padres.

Moya y Herrero se adoran, se admiran y se respetan muchísimo porque, como ambos comentan, han aprendido el uno del otro a lo largo de los años. “Kevin formaba parte del grupo de chavales con los que hicimos hace unos años el Camino de Santiago, le llamábamos Mister H –cuenta riendo–. Aquella experiencia nos unió, fue muy bonita y enriquecedora para todos”, detalla Moya.

Ella está orgullosa de él, de lo que ha conseguido y, además, de que hoy Herrero, ese niño tímido que “participaba en todo”, sea el que acompaña a más niños de la zona a progresar gracias a su ayuda. “Durante el curso hago refuerzo educativo en la Asociación Valdeperales. Les ayudo con sus deberes y con los exámenes si lo necesitan. En verano, que ya no hay colegios, estoy en las colonias urbanas como voluntario y también ayudo en lo que puedo”, comenta Herrero. Por su parte, Moya detalla que, efectivamente, “hay chicos como Kevin que, a pesar de cumplir los 18 años siguen involucrados con la asociación y quieren dar lo que ellos recibieron en su día”.

En este momento, la Asociación Valdeperales de Madrid posee un equipo de 15 personas y más de 50 voluntarias que atienden a unas 310 familias y a más de 400 niños en riesgo de exclusión a lo largo de un año. “Hacemos actividades de refuerzo educativo donde, entre otros aspectos, se potencian las asignaturas más fuertes de los cursos. Pero, además, también tenemos orientación psicoterapéutica a nivel individual, grupal y familiar, así como una atención logopédica”, explica Moya.

Las cifras de la pobreza infantil en España y la importancia de acabar con ella

En este momento, según los últimos datos del análisis Geografía de la pobreza infantil en España de Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, hay en nuestro país alrededor de 2,3 millones de niños que viven en la pobreza. Una situación que, además, se ha agravado en el último año desde que se desatara la crisis sanitaria y, curiosamente, al contrario que hace unos años, la vulnerabilidad de los niños y las familias ha aumentado en las ciudades más pobladas.

Madrid, Sevilla, Barcelona o Valencia son las zonas con más niños sumergidos en la pobreza, ya que la influencia de la vivienda y el precio de la misma lastra alrededor del 60% de los ingresos de las familias con dificultades económicas. Es más, según datos del INE, el 10% de la población llega a fin de mes con “mucha dificultad”, un escenario que afecta, sobre todo, a dos colectivos: mayores de 65 años y menores de 16 años.

Pero, además de las carencias económicas y el riesgo de exclusión social por falta de medios materiales, actividades e igualdad de oportunidades, hay que sumar un elemento más que dificulta que millones de niños alcancen la igualdad de oportunidades: la pobreza es hereditaria, pasa de padres a hijos sin que ninguno de ellos pueda tirar abajo el muro de la desigualdad.

Por ello, el acceso a la educación es tan importante para romper el círculo de la pobreza. Es, sin duda, la opción real de los niños para seguir aprendiendo y progresando independientemente de dónde o en qué familia hayan nacido o crecido.

José Antonio Marina, uno de los pedagogos contemporáneos más importantes de nuestro país, defiende que uno de los fines del progreso ético de la humanidad es “intentar que el azar tenga la menor importancia posible en el acceso a la educación. Que el ser pobre, por ejemplo, no te condene a no tener derecho a aprender o integrarte o progresar”. Y concluye Marina: “Ya sabemos que hay condiciones de origen muy diferentes y a veces, claro, muy negativas, pero debemos intentar como proyecto colectivo que esto no dependa de la casualidad, sino de la creación de un ecosistema que da oportunidades reales”.

Con el fin de paliar este escenario, en 2007 la Fundación “La Caixa” impulsó CaixaProinfancia, un programa que trabaja para romper esa citada línea de transmisión de la pobreza de padres a hijos, así como a fomentar la igualdad de oportunidades. Concretamente, el programa se dirige a la infancia en situación de pobreza y vulnerabilidad social con el objeto final de promover y acompañar a los más jóvenes (y por ende más frágiles) en su desarrollo poniendo en marcha y favoreciendo las políticas de mejora de la equidad, la cohesión social.

En definitiva, lleva más de una década rompiendo el círculo de la pobreza que se transmite de generación en generación a través de varios frentes, pero sobre todo a una alta intervención educativa. Ésta se lleva a cabo a través de un modelo de acción integral que conlleva intervenciones que contribuyen a que los niños alcancen mayores cotas de bienestar, que los padres se impliquen más en el desarrollo escolar de sus hijos, a mejorar su rendimiento y trayectoria escolar gracias a talleres de orientación académica, así como a reducir al máximo el abandono escolar temprano y a proyectar un futuro más allá de la educación básica para que accedan a estudios superiores.

¿Por qué es tan importante ayudar a progresar a los niños, jóvenes y familias?

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Sencillamente porque son el futuro y porque, sin duda, los primeros años de la vida de una persona son cruciales para conformar la persona que serán en el mañana. Es decir, de alguna forma muchos de los problemas de la población adulta parten de su infancia, ya sea desde el punto de vista emocional y físico como económico o educativo.

Además, tal como alertaban hace apenas unos meses desde UNICEF, la pobreza no es inevitable si hay una colaboración real que no deje a nadie fuera del sistema de progreso social, laboral y económico. Y, desde luego, no se trata de un aspecto baladí, ya que la tasa de pobreza infantil en España es una de las más altas de los países industrializados, sólo superada por Letonia, EEUU y Rumanía, según un estudio sobre bienestar infantil realizado en 29 países por la Oficina de Investigación de UNICEF.

“No invertir en los niños es endeudarse para el futuro”

En este mismo análisis, y también según los ODS de la ONU con respecto a la infancia, se indica que hay varias dimensiones sociales clave en la vida de los niños que permiten medir su nivel de pobreza: el medio ambiente, la vivienda, la salud, las conductas y los riesgos que conllevan las mismas, así como la educación.

En esta línea, la OMS advierte de la importancia de hacer inversiones en los más pequeños de la sociedad porque a largo plazo serán los que hagan progresar la sociedad de país. Es decir, la inversión del hoy en los niños traerá un impacto positivo en la comunidad donde desarrollen sus vidas. Por eso, Goran Holmqvist, Director Adjunto de la Oficina de Investigación de UNICEF, afirmaba que “no invertir en los niños es endeudarse para el futuro. Y los niños lo sufren ahora. La reducción de la pobreza infantil debe ser una prioridad”.

Si nos atenemos a los datos en detalle del informe, vemos que en España alrededor del 20% de los niños viven en hogares con ingresos un 50% por debajo de la renta media, mientras que la brecha de pobreza infantil se eleva a casi el 40%. De todas las claves antes citadas, en nuestro país hay carencia en bienestar material y en educación, con especial atención en este último aspecto, ya que desde UNICEF alertan del “espectacular” incremento de la conocida Tasa NEET, es decir, la proporción de jóvenes de entre 15 y 19 años que ni estudian ni trabajan.

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La educación y la salud, dos pilares básicos en la vida del menor

Por todo ello, resulta tan importante la existencia de organizaciones y entidades que tengan la capacidad de conformar un ecosistema que favorezca la igualdad de oportunidades, el acceso a la educación, al ocio, la cultura que hagan sentir a los niños un sentimiento de pertenencia o aspectos tan básicos como la higiene o la alimentación en los casos más extremos.

En este sentido, CaixaProinfancia cuenta con la colaboración de 426 entidades sociales –como la Asociación Valdeperales– que hacen hincapié en la importancia de dar a los menores dos pilares básicos para el futuro como es la salud y la educación. Por eso, desde Fundación “La Caixa” trabajan en red por toda España y trabajan, sobre todo, con cinco líneas básicas de trabajo:

  1. Refuerzo educativo: atención logopédica, psicomotora, grupos de estudio asistido, refuerzo individual, aulas abiertas y ayudas para el equipamiento escolar.
  2. Educación no formal y tiempo libre: centros abiertos, campamentos y actividades de verano.
  3. Apoyo educativo familiar: talleres educativos familiares, espacios familiares de 0 – 3 años y atención integral a madres e hijos/as víctimas de violencia.
  4. Atención y terapia psicosocial: personalizada o con familias y talleres terapéuticos grupales.
  5. Promoción de la salud: ayudas para la alimentación e higiene infantil, gafas y audífonos.

Desde que se puso en marcha en 2007 hasta finales del 2020, el programa CaixaProinfancia ha atendido a 330.780 menores y 191.282 familias. Una labor que, por otro lado, no ha cesado durante la pandemia y se ha seguido trabajando con las familias, adaptando la actividad a nuevas formas de implementación, aumentando la inversión en ayudas de alimentación.

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