Coronavirus. Historias en primera persona

Daniel, enfermo de cáncer e increpado desde los balcones por sus vecinos: “¡Muérete! ¡Insolidario!”

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Daniel Martínez, de 45 años y padre de dos niñas de 10 y 6 años, tiene cáncer terminal con una perspectiva de vida, según los médicos, de un año. Por ello, el martes pasado, y con la calle vacía por el estado de alarma por la actual crisis sanitaria del coronavirus, salió a ejercitar las piernas porque “tengo coágulos en las piernas y me han mando que camine”, sin embargo, a los 30 metros, este vecino de Sant Joan Despí (Barcelona), exhausto por el dolor, se vio obligado sentarse a descansar en un banco. De repente, relata en un vídeo que publicó en su perfil de Facebook, “todo mi puto barrio ha salido a insultarme. Gente en los balcones gritando: ‘¡Muérete! Insolidario. Pones en peligro la vida de los demás’”.

No obstante, ahora, después de haber pasado una semana del incidente y mucho más calmado que cuando grabó el vídeo, Daniel ha querido sacar una lección positiva. “He querido hacer un llamamiento a la reflexión de la gente, que se pregunten que esa persona tiene una razón de peso para estar ahí en pleno estado de alarma. Quería que comprendieran que la situación es complicada, que debo salir a caminar. De todo esto quiero sacar lo bueno y que mis hijas estén orgullosas de su padre”.

“Quiero llamar a la reflexión porque cuando actuamos juntos todo sale mejor”

Daniel, vía telefónica, explica que hasta hace muy poco era un hombre normal, que hacía deporte, pero tras el diagnóstico ha estado en casa durante dos meses, encamado y confinado, “antes que todos vosotros, y pasando muchísimo dolor, pero debo salir por fuerza mayor”. Por esta razón, explica, “como buen ciudadano que intento ser, informo a la Policía Local de mi pueblo, dándole los informes médicos, y les digo que tengo que andar. No me pusieron ningún problema, todo lo contrario”. Al sentarse en el banco, y seguramente alertado por el vecindario, llega una patrulla policial a la que “di mi DNI y, efectivamente, como sabían de mi situación me dijeron no había problema y que me ayudaban en lo que necesitara”.

Enfadado ante los gritos de “la masa”, como Daniel les define en el vídeo, graba un vídeo donde, visiblemente dolido, se pregunta: “¿La vida vuestra pongo en peligro? ¿Creéis que con el frío a las 9 de la noche me apetece salir con dolor a ningún sitio, no ver a nadie o no tomarme nada tengo que aguantar que la masa me diga “muérete”? Si solo tengo que esperar”.

Se pregunta, además, “¿en qué momento como sociedad hemos perdido la visión que estamos deseando la muerte a un desconocido por sentarse en un banco? ¿Cuándo hemos perdido la concienciación de que esa persona, quizá, tenga un motivo? La psicosis hace mucho daño, mucha de la gente que me ha insultado, que no sé quiénes son, posiblemente me conocen, pero desde un balcón con una mascarilla y un gorro no saben quien soy. Pero, cuando se enteren quién soy, muchos de ellos, que conocen mi situación, pensarán: “Hostia, es que yo no lo sabía”. Pero todos se animaron a insultarme y desearme lo peor, y con la masa no se puede hablar”.

Un momento dramático con una moraleja positiva

Y, efectivamente, así ha sido, según detalla Daniel, sus vecinos se han enterado de que era él la persona que, abrigado y con mascarilla, había salido a la calle para pasear sin la excusa de la compra en el súper o la farmacia, trabajar o pasear a una mascota, y se han volcado en él, “en ayudarlo y en mandar un montón de detalles a mi casa para mí y mi familia. Incluso el panadero me ha mandado desayunos a casa”.

Con este vídeo, explica, ha querido “concienciar a la gente de mi barrio y, de paso a todo el mundo, para que comprendieran que la situación es complicada y debo salir a caminar, que se pregunten, además, que quizá tienen una razón de peso. Llamar a la reflexión”. En definitiva, y a pesar del mal trago, explica Daniel, “ha sacado una lección positiva de todo porque, cuando todos actuamos juntos, las cosas salen bien. Que este sea el último año no depende de nosotros, pero sí que sea el mejor».

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