Julio de la Torre: “Sobre el vientre de alquiler, no es lo mismo desear un hijo que tener derecho a tenerlo”

Julio de la Torre
Julio de la Torre.

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Paris Hilton ha anunciado en sus redes sociales que ha sido madre recurriendo a la gestación subrogada o vientre de alquiler, es decir, que otra mujer, cobrando, ha gestado un hijo para ella. La práctica es ilegal en la mayoría de los países del mundo, España entre ellos. Julio de la Torre, abogado y coach, reflexiona en este artículo qué consecuencias morales conlleva esta práctica que es tan controvertida.

Nuestros abuelos nos enseñaron que había deseos que no se podían cumplir porque era “la voluntad de Dios”, conformando con ello una resignación en determinadas situaciones en la que no existía más remedio que aceptar y vivir con ellas. Una de estas situaciones era la posibilidad de engendrar vida. Eran muchas las que no podían, aunque querían.

Esta realidad por todos conocida, pues todos tenemos casos en nuestras familias, cambió radicalmente cuando la ciencia médica y farmacéutica avanzó en la fertilidad y consiguió medios para poder lograr lo que la naturaleza por sí sola no podía. Vamos a referirnos en el presente artículo al fenómeno del deseo de ser madre o padre. Hoy es un deseo que se puede hacer realidad en la totalidad de los casos.

La selección natural en este aspecto deja de tener eficacia. Es decir, era la naturaleza la que decidía por ella misma, sin dar cuenta a nadie, de quien podía o no ser padre o madre. Era la voluntad de Dios, como decíamos al principio, aunque para quien no sea creyente es la voluntad de la biología.  Tengo pocos deseos y los pocos deseos que tengo los deseo poco, suelen decir en Zen.

La ley de la naturaleza se ha dado de bruces contra el imperio de los deseos.

 Los deseos en la actual sociedad son la carta de navegación en la que se fija la ruta de la vida de muchas personas. Lo que antes se denominaban “caprichos”, ahora son necesidades básicas para un desarrollo psíquico adecuado del ser humano. No es lo mismo desear tener un hijo que tener derecho a tenerlo.

Entra, por tanto, en colisión el deseo con la ley natural y comienza el espectáculo que ofrecen las decisiones de algunas personas famosas que, desean desear mucho y bien para que otros, el resto de la sociedad, sigan sus pasos para desear mucho y mejor.

La ciencia avanza y ofrece cada vez más información de zonas y situaciones en las que antes era imposible adentrarse. La tecnología ha supuesto ofrecer información que antes era impensable, como imágenes y sonidos que ahora pueden alterar nuestros deseos al hacernos más consciente de las decisiones que tomamos. Ahora sabemos, y en el futuro sabremos más, que las etapas embrionarias de la vida son determinantes para el futuro de la persona. El ser que se conforma en el seno materno hasta que llega a nacer a este mundo, a esta dimensión, pasa por una serie de procesos que le afectan y dejan su huella. En toda la etapa evolutiva de la vida se produce una interacción con el entorno que lo sostiene, que deja huella indeleble para el resto de la vida.

Toda persona tiene derecho a que su proceso de vida sea respetuoso con su naturaleza y, cuando no es posible defender por sí mismo esta realidad y derecho como, por ejemplo, el feto, son sus progenitores y la misma sociedad la encargada de hacerlo, o, al menos, debería.

Se da la circunstancia de que, por satisfacer deseos personales, somos capaces de privar a las personas de un proceso natural de gestación. Cuando introducimos un óvulo fecundado en lo que denominan “vientre de alquiler” se produce, por un lado, una alteración de un proceso natural, pues no se ha respetado la ley natural y se produce una interacción con un entorno no previsto por la naturaleza, volviendo, por tanto, a incidir en un proceso no respetuoso con la misma.

El respeto a la naturaleza de un ser vivo comienza cuando su origen natural es respetado desde el inicio hasta el final. Su alteración, sin su consentimiento, es privarle de un proceso que la ley natural estableció para él, como para todos. El patrimonio intangible de estímulos que durante el embarazo dejarán su marca indeleble en la persona en proceso de gestación son tan numerosos y determinantes que, la persona que gesta en su seno a un ser humano colocado por otros en ella, aportará un patrimonio que llevará el gestado durante toda su vida. Esta es otra perspectiva para tener en cuenta y que dentro de unos cincuenta años ofrecerá un estudio estadístico de las repercusiones de todo tipo que este tipo de práctica haya podido provocar en los niños nacidos por voluntad de uno o ambos de sus progenitores después de una gestación en el útero de otra mujer con la que compartirá esa herencia de estímulos.

En la sociedad del deceso a cualquier precio nos encontramos con que nacerán personas que han sido privados de su derecho a un proceso de gestación natural, el previsto por la naturaleza.

La ley natural no otorga el derecho a la maternidad y la paternidad, sólo la potencia de serlo. Por nuestra parte, hemos logrado sortear a la naturaleza para que ese derecho pueda ser posible en cualquier caso o circunstancia.

Toda persona tiene derecho a que se respete su proceso natural de nacimiento. Que nazca por la ley natural, que todo lo rige y todo lo gobierna y que ha demostrado ser más sabia que la inteligencia humana, que es incapaz de lograr lo que la naturaleza logra de manera natural.

Y es que, aunque sea mi deseo, no puedo convertir la noche en día y el día en noche. Es “voluntad de Dios” que el crepúsculo y el amanecer no dependa del deseo humano.

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