Un estudio asocia la falta de vitamina D con la inflamación crónica
Estos son los alimentos con vitamina D que debes tomar
Concentraciones adecuadas de vitamina D puede mitigar las complicaciones derivadas de enfermedades como la diabetes
La inflamación que se mantiene en el tiempo puede causar daño al ADN, muerte tisular, cicatrices internas e incluso cáncer
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El Instituto del Cáncer define la inflamación como una respuesta fisiológica del organismo para sanar un tejido lesionado. Un proceso inflamatorio empieza cuando el tejido dañado libera unos compuestos químicos que activan los glóbulos blancos. Éstos producen sustancias que hacen que las células se dividan y crezcan para reconstruir el tejido y ayudar a reparar la lesión. Los síntomas aparecen rápidamente y lo habitual es que se resuelva en horas, días o semanas. Una vez que sane la herida, terminará el proceso inflamatorio. Este mecanismo se define como inflamación aguda.
Hay ocasiones en que este proceso inflamatorio agudo puede iniciarse aunque no haya lesión y no se termina cuando debería terminarse. Cuando esto ocurre, la inflamación se perpetúa en el tiempo, generalmente más de seis semanas, y a eso se le considera inflamación crónica.
Puede ser causada por infecciones persistentes que no desaparecen, por reacciones inmunitarias anormales, por alguna deficiencia vitamínica o por estados como la obesidad. Si la inflamación crónica se mantiene en el tiempo, puede causar daño al ADN, muerte tisular, cicatrices internas e incluso derivar en algunos tipos de cáncer. Por ejemplo, los pacientes que sufren enfermedades inflamatorias crónicas del intestino, como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, tienen mayor riesgo de padecer cáncer de colon.
Vitamina D para paliar los procesos inflamatorios
Una investigación genética de la Universidad del Sur de Australia ha demostrado una relación directa entre los niveles bajos de vitamina D y los niveles altos de inflamación. Este estudio publicado en la revista científica International Journal of Epidemiology y dirigido por Ang Zhou como investigador principal, afirmó que los resultados apuntan a que aumentar la vitamina D en personas con una deficiencia puede reducir la inflamación crónica.
Este estudio examinó la vitamina D y las proteínas C-reactivas y encontró una relación entre los niveles bajos de vitamina D y los niveles altos de proteína C-reactiva que es uno de los indicadores de la inflamación. Reforzar la vitamina D en personas con deficiencias de la misma podría reducir la inflamación crónica. El estudio también plantea la posibilidad de que tener unas concentraciones adecuadas de vitamina D pueda mitigar las complicaciones derivadas de la obesidad y reducir el riesgo o la gravedad de enfermedades crónicas con un componente inflamatorio, como las ECV, la diabetes y las enfermedades autoinmunes.
Aportes de vitamina D
Hoy en día se puede afirmar que la vitamina D se comporta como una hormona con múltiples funciones en el organismo, según el Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario 12 de Octubre. Se ha demostrado que los depósitos adecuados de esta vitamina mantienen el metabolismo calcio-fósforo dentro de la normalidad ya que resulta fundamental para la absorción del calcio por parte del organismo.
Las principales fuentes naturales de esta vitamina son la síntesis cutánea de la hormona (mediante la radiación solar) y el aceite de pescado. Constatan que gran parte de la población esté en riesgo de presentar déficit/insuficiencia de este micronutriente. Según un informe encargado por el Ministerio de Sanidad, la producción de vitamina D en la piel depende en parte de la incidencia de la radiación ultravioleta que a su vez está muy condicionada, ya que varía según la latitud, la época del año, la capa de nubes o la contaminación. Además, también depende de la capacidad de cada persona de absorberla y de generar melanocitos.
Por su parte, continúa el informe, muy pocos alimentos contienen vitamina D. Los pescados grasos como la caballa, el salmón o el atún y los aceites procedentes de estos pescados son las fuentes naturales disponibles con mayor proporción de vitamina D. El hígado, algunos quesos, las yemas de huevo y algunos hongos también la contienen pero en menor medida. Pero este informe constata que no siempre es necesario aportar suplementos de vitamina D a la población con carencia.
Desde la Asociación Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) recomiendan tomar baños de sol durante todo el año para mantener los niveles de vitamina D. Basta con exponerse al sol sin crema unos 10 o 15 minutos diariamente fuera de las horas centrales del día. Basta con pasear al sol. Hacer ejercicio y llevar una dieta saludable que incluya los alimentos que la contienen es otra de sus recomendaciones.