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Enfermedad de Lyme: una epidemia silenciosa que se extiende con el cambio climático

Aunque en muchos casos el primer signo es un sarpullido en forma de diana, los síntomas iniciales pueden confundirse con una gripe

Enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme se transmite por la picadura de una garrapata.

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La enfermedad de Lyme es causada por la bacteria Borrelia burgdorferi, transmitida por la picadura de garrapatas de patas negras. Aunque en muchos casos el primer signo es un sarpullido en forma de diana, los síntomas iniciales pueden confundirse con una gripe ya que normalmente son fiebre, fatiga, dolor muscular o inflamación de ganglios, tal y como indican desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Por eso, es una enfermedad que en su fase inicial tarda en ser diagnosticada debido a sus “síntomas invisibles” que se confunden con otras muchas dolencias.

Si no se detecta y trata a tiempo con antibióticos, la infección puede diseminarse por el cuerpo y afectar a las articulaciones, el sistema nervioso y el corazón, provocando desde parálisis facial hasta carditis o artritis severa. 

A cualquier persona le puede picar una garrapata. Según el CDC, la garrapata debe estar adherida entre 24 y 48 horas para transmitir la infección, lo que hace que la vigilancia y eliminación precoz sean fundamentales. Las personas que pasan mucho tiempo al aire libre, en el campo o en áreas boscosas y cubiertas de hierba tienen un mayor riesgo de ser picados. Por ello recomiendan revisar muy bien el pelo, las axilas, la zona genital y la ropa tras haber estado en zonas endémicas o donde haya ganado.

El Día Mundial de la Enfermedad de Lyme pone el foco en dar a conocer esta patología todavía poco reconocida, a pesar de su creciente impacto. Las organizaciones participantes destacan la necesidad de realizar más investigaciones, formación sanitaria y campañas de concienciación pública.

Una amenaza creciente

Esta enfermedad fue descrita por primera vez en Estados Unidos (en Lyme, Connecticut) en 1975, tal y como explican desde Medline Plus y ha pasado de ser un problema localizado a un fenómeno en expansión mundial. Las garrapatas se benefician de inviernos más suaves y veranos más largos, lo que amplía su rango geográfico y estacional. 

La mayoría de las picaduras de garrapatas ocurren en los meses más cálidos (de abril a septiembre) que es cuando las garrapatas están más activas y las personas pasan más tiempo al aire libre. Pero también se puede ser mordido el resto del año, especialmente si las temperaturas son más altas de lo habitual.

Las personas más expuestas son aquellas que practican senderismo, acampan o trabajan en jardinería en zonas boscosas o con maleza. Pero el riesgo también alcanza a quienes tienen mascotas o viven en zonas suburbanas, ya que los animales favorecen la expansión de estos parásitos.

Prevención y tratamiento

El mejor tratamiento sigue siendo la prevención. Desde la Clínica Mayo recomiendan usar repelentes, llevar ropa protectora clara, revisar el cuerpo y las mascotas al volver del campo y lavar la ropa a altas temperaturas. Identificar y quitar la garrapata a tiempo reduce drásticamente el riesgo de infección.

Cuando hay sospecha de infección, el diagnóstico se basa en la evaluación clínica, exposición a zonas de riesgo y pruebas serológicas. Los antibióticos son eficaces si se administran pronto. Sin embargo, un porcentaje de personas desarrolla el síndrome post-tratamiento de Lyme, con síntomas persistentes durante meses, como dolor, niebla mental o fatiga.

La prevención individual, el conocimiento de los síntomas y el acceso a un diagnóstico temprano son esenciales para frenar una enfermedad que, aunque evitable, puede cambiar la vida de quien la padece si no se detecta a tiempo.

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