Atajar el problema del tabaquismo aceptando la evidencia científica

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En el mundo hay alrededor de 1.000 millones de fumadores, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una cifra que, además, no bajará para 2025, según sus propias estimaciones, y a pesar de las estrictas medidas que adoptan los gobiernos, como las campañas antitabaco, medidas disuasorias, las restricciones de consumo en espacios públicos o la subida del precio de los cigarrillos.

Por tanto, y a tenor de esos millones de fumadores, estamos ante un reto social y sanitario importante que debe atajarse con nuevas medidas, inclusivas e innovadoras, ya que las cifras dejan ver que lo desarrollado hasta el momento no está teniendo toda la eficacia que se esperaba.

Enfoques innovadores

Para conseguir resultados diferentes a los obtenidos hasta ahora con respecto al tabaquismo, es imprescindible abordar el problema con enfoques innovadores que ayuden de verdad a reducir el número de fumadores.

En este sentido, a nivel internacional ya hay países que están implantando medidas complementarias a las políticas tradicionales ya existentes de prevención y cesación del tabaquismo, a través de alternativas a los cigarrillos que estén libres de humo y avaladas científicamente, reconociendo que éstas pueden ser una opción mejor para los fumadores adultos que no van a dejar el hábito.

Países que no descartan las campañas y medidas de siempre de control del tabaquismo, pero que sí añaden a su estrategia un enfoque de reducción de daño. Es decir, brindan a los fumadores adultos la posibilidad de tener información y acceso a estas alternativas libres de humo, científicamente validadas, para que abandonen el cigarrillo de combustión lo antes posible. Una estrategia que trabaja en la disminución del número de fumadores y en la reducción del daño asociada al cigarrillo.

Lo cierto es que cuando hablamos de tabaquismo, hablamos de un reto importante para la sociedad en su conjunto. Todos los gobiernos tienen estrategias antitabáquicas, pero no todos están abiertos y dispuestos a divulgar que la ciencia ha demostrado que las nuevas opciones libres de humo son mejores opciones que seguir fumando. Incluso es habitual que las rechacen o se nieguen a tenerlas en cuenta, a pesar de la existencia de países que las han implantado y están consiguiendo resultados esperanzadores.

Casos internacionales

En 2019, por ejemplo, el Gobierno de Reino Unido estableció que el país sería libre de humo en 2030 o lo que es lo mismo: que la población fumadora se reduzca al 5%. ¿Y cómo está trabajando para conseguirlo? Principalmente, y con el fin de reducir el número de fumadores, se ha apoyado en el uso del cigarrillo electrónico como herramienta de reducción del daño para aquellas personas que no van a dejar de fumar.

En Nueva Zelanda, por su parte, desde agosto de 2021 tiene una regulación concreta –Ley de Productos Regulados y Ambientes Libres de Humo– sobre los cigarrillos electrónicos y los dispositivos de calentamiento de tabaco, la cual busca «ayudar a los fumadores a cambiar a productos regulados» que sean «significativamente menos dañinos que fumar» y conseguir la meta –ambiciosa– de ser un país libre de humo en 2025.

Con respecto a los cigarrillos tradicionales, la regulación es muy estricta; mientras que ha establecido un tratamiento diferenciado para los productos de vapeo regulados, reconociendo que las posibles ventajas, siguiendo la estrategia de la reducción del daño, frente a los cigarrillos de combustión.

La inacción puede perpetuar el cigarrillo

@Istock

Hay claros indicios de que la estrategia de reducción del daño, a través del uso de alternativas libres de humo, están dando sus frutos en la reducción de fumadores y en el impacto en la salud pública. Sin embargo, no todos los agentes sociales involucrados en la lucha contra el tabaquismo están abiertos a estas nuevas fórmulas de abordaje.

«En el futuro, algunos fumadores habrán dejado de fumar, otros habrán cambiado el cigarrillo por una alternativa libre de humo menos dañina. Pero este futuro, esa reducción del tabaquismo, está sólo a nuestro alcance y empresas como la nuestra ya están trabajando en dar opciones para reemplazar los cigarrillos con las mejores alternativas avaladas por la ciencia y la innovación», explica el CEO de Philip Morris, Jacek Olczak. 

Y es que, a pesar de las medidas llevadas a cabo por los gobiernos y otras organizaciones para concienciar a la población sobre los daños del tabaquismo, el número de personas que fuman no disminuye de manera significativa.

«Más de mil millones fuman todavía, aunque los riesgos para la salud son conocidos. Las altas tasas de tabaquismo son una prueba de que el enfoque actual no está funcionando con la suficiente rapidez, por tanto, la respuesta a este problema ya no puede ser la misma, hay que probar algo más inclusivo e innovador para poner fin a los cigarrillos», señala Olczak y añade que se necesita que las diferentes partes interesadas, como gobiernos, industria, comunidad científica y sociedad civil, apoyen estas medidas complementarias y se dé toda la información y el acceso a estas alternativas al cigarrillo avaladas por la ciencia a los fumadores adultos que no dejan de fumar.

*Contenido ofrecido por Philip Morris Spain. 

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