3 mitos sobre el sistema inmunológico que debes dejar de creer
Aquí hablaremos sobre algunas de las creencias más comunes sobre nuestra inmunidad que carecen de evidencias científicas. ¡Sigue leyendo!
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Nos han transmitido una idea bien fundamentada del sistema inmunológico como el gran escudo de nuestro cuerpo. Sus células actúan como nuestras defensas naturales en contra cuerpos extraños y microorganismos patógenos que pueden generar numerosas afecciones. No obstante, aún existen ciertos mitos sobre el sistema inmunológico que nos impiden de comprender su funcionamiento y fortalecerlo a través de la alimentación o con la ayuda de suplementos.
Rompiendo 3 mitos sobre el sistema inmunológico muy comunes
Las alergias son una señal de un sistema inmunológico débil
Todo lo contrario: las alergias se producen, precisamente, cuando el sistema inmune genera una respuesta hipersensible a ciertos agentes alérgenos. Cuando el sistema inmunológico percibe algún elemento o sustancia con que entramos en contacto como un cuerpo extraño, dispara una serie de mecanismos de defensa para eliminarlo.
Este proceso genera una elevada liberación de histamina en el torrente sanguíneo. En consecuencia, puede producirse una amplia gama de síntomas, dependiendo del tipo de alergia y el estado de salud de cada persona.
Los estornudos y el aumento de la secreción nasal son frecuentes en las alergias respiratorias estacionales. Ya las alergias alimentarias pueden provocar síntomas gastrointestinales, como vómitos y diarreas, y alteraciones dérmicas, como el enrojecimiento de la piel.
La actividad física puede debilitar el sistema inmunológico
Nuevamente, todo lo contrario: la práctica regular de ejercicios físicos ayuda a prevenir numerosas enfermedades y factores de riesgo, como el sobrepeso y la obesidad. La OMS recomienda un mínimo de 150 minutos de actividad física moderada a la semana.
Igualmente, estudios han demostrado que los ejercicios intensos, sobre todo los de fuerza, pueden reducir la mortalidad en un 21%, y el riesgo de cáncer en hasta un 34%.
Además, algunas teorías proponen que la actividad física auxilia en la eliminación de microorganismos patógenos de los pulmones y las vías respiratorias. Y al incrementar el metabolismo basal, podría estimular la circulación de las células del sistema inmunológico, permitiendo respuestas inmunes más rápidas ante cualquier cuerpo extraño.
Las vacunas pueden enfermarnos
No hay ninguna evidencia científica de que una vacuna pueda provocar la misma enfermedad que se destina a prevenir. Las vacunas son seguras y consisten en el método más eficaz para prevenir enfermedades infecciosas.
Se fabrican con antígenos (virus y bacterias) atenuados o muertos, o bien fragmentos de su estructura, para despertar una respuesta inmune que permite la producción de anticuerpos en contra una serie de patologías.
También es falso que las vacunas generan efectos secundarios nocivos a la salud. En la gran mayoría de los casos, las reacciones son leves y temporales, tendiendo a desaparecer algunos días después de la vacunación.
Por otro lado, la opción por no vacunarse aumenta los riesgos de desarrollar enfermedades que sí pueden provocar daños permanentes a la salud.
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