Es una ironía

Ya puestos, que indulten a todos los corruptos, Bárcenas incluido

Ya puestos, que indulten a todos los corruptos, Bárcenas incluido
Ya puestos, que indulten a todos los corruptos, Bárcenas incluido

Que en el PP no son precisamente los más avispados de la clase lo he certificado por quincuagésima octava vez al leer la lista de la vergüenza de los vips que respaldan el bananero indulto al ladrón de José Antonio Griñán. Para mi sorpresa e indignación entre los allí firmantes figuran históricos dirigentes populares: desde ese buen amigo de mi familia que es Rodolfo Martín Villa, uno de los padres de la Transición, un gigante político, hasta la ex baranda del grupo parlamentario Betina Rodríguez-Salmones, pasando por ese gran cardiólogo y mejor persona que es José Manuel Rodríguez-Angulo, el histórico del PP andaluz Juan Ojeda o el ex director de RTVE con la UCD y alto cargo con Aznar, Eugenio Nasarre. Viejas glorias del PP, pero glorias del PP al fin y al cabo.

Flaco favor le hacen a su partido, que está actuando impecablemente en este asunto, elegantemente incluso, como es el caso de Núñez Feijóo, que ha señalado hasta la saciedad que no tiene “ningún interés en ver a Griñán entrar en la cárcel”. El presidente del Gobierno ha agradecido el fair play del jefe de filas de Génova 13 asegurando que “el PP es un partido de mangantes”. Hombre, teniendo en cuenta que Filesa es cosa vuestra, que desfalcasteis 680 millones con los ERE, que sisabais fondos reservados como si no hubiera un mañana, que tú estabas en la nómina de Caja Madrid cuando las black o que vuestro cuate el sindicalista Fernández Villa escondía 1,4 millones en Suiza, es como mínimo un ejercicio de cinismo nivel dios acusar al enemigo de un mal que tú sufres cuantitativa y cualitativamente en muchas mayores dosis. ¿No crees, presidente?

La rúbrica de estos cinco antiguos gerifaltes de la gran formación del centroderecha español hace añicos la estrategia del partido, fortiter in re, suaviter in modo —duro en el fondo, suave en las formas—. Más que nada, porque convierte en papel mojado la estrategia de la formación, iniciada por Pablo Casado y continuada por Feijóo, de poner tierra por medio del choriceo que presidió Génova 13 en los tiempos de Bárcenas y cía. Y, desde luego, deja en evidencia a un PP andaluz que no sólo se opone al indulto sino que, además, sale con la misma sensata cantinela cada vez que los periodistas los cogen por banda: “Lo que tiene que hacer el PSOE con Griñán no es pedir el indulto sino perdón”. Más claro agua.

Los históricos dirigentes del PP que han firmado la petición de indulto a Griñán le hacen con ese acto un flaco favor a su partido

El único honrado en el PSOE, por conveniencia política, por convicción, o por las dos razones a la vez, es un Juan Espadas que ha dicho “no” al perdón gubernamental a José Antonio Griñán al que, no lo olvidemos, le han caído seis años y dos días de cárcel por malversación y 15 de inhabilitación por prevaricación. El otro golfo en cuestión, Manuel Chaves, se libra de la trena pero no de una condena de 9 años de inhabilitación tras haber prevaricado de manera continuada. A la ex consejera de Economía andaluza y ministra con Zapatero Magdalena Maleni Álvarez también le han metido 9 años de inhabilitación, la misma suerte que ha corrido el chorizo de Gaspar Zarrías. Otros dos ex consejeros, Antonio Fernández y José Antonio Viera, tendrán que penar siete años cada uno a la sombra por malversar que, en román paladino, es robar. Porque eso de que malversar no es saquear dinero público es un cuento chino: robar es destinar fondos del erario a un fin contrario al que marca la ley. Tan robar es quedártelo tú como regalárselo a un amiguete.

Se trata del mayor latrocinio de la historia reciente, excepción hecha naturalmente de los Pujol, los indiscutibles campeones de Europa en este repugnante deporte. Con los ERE volaron 680.000.000, con los Pujol unos 3.000 kilazos aproximadamente. ¡Ah! se me olvidaba incluir en el elenco a Juan Carlos I, cuyo botín exacto se desconoce de momento, lo cual no quita para que The New York Times lo haya cifrado en 1.800 millones de euros y Forbes en 1.700. Los periodistas cortesanos intentaron tomarnos el pelo a los demás asegurando que las dos prestigiosísimas publicaciones estadounidenses se habían “confundido incluyendo en su patrimonio personal los palacios reales que son propiedad de Patrimonio Nacional”. Jajaja.

Por eso, al repasar hoy la lista de peticionarios del perdón al delincuente Griñán, se me han caído muchos mitos y unos cuantos palos del sombrajo. Para empezar, el del mejor entrenador español de la historia, Vicente del Bosque, respetable y respetado hombre de izquierdas, al que no le hacía ninguna falta meterse en este berenjenal. Lo mismo he pensado al leer el nombre de nuestra campeonísima de esquí, María José Rienda, que por muy andaluza y muy socialista que sea no tenía necesidad alguna de manchar su nombre en esta lista de la vergüenza. Tres cuartos de lo mismo he sentido al leer el nombre de ese genio del cine que es el Óscar José Luis Garci, el de ese héroe vasco y ejemplo de la lucha contra ETA que es Fernando Savater, el del diplomático Fernando Schwartz, o el de Óscar Fanjul, financiero de primer nivel y máximo ejecutivo del exitoso family office de Alicia Koplowitz, el del honrado sindicalista José María Fidalgo, el del padre de la Constitución Miguel Roca o el del siempre centrado Durán Lleida. No hacía falta que ensuciaran su trayectoria respaldando un indulto que nos terminará equiparando a la Argentina de los Kirchner, a la Turquía de Erdogan o al México de López Obrador.

Al repasar la lista de peticionarios del perdón al delincuente Griñán, se me han caído muchos mitos y unos cuantos palos del sombrajo

No me extraña para nada ver entre los amigos del delincuente Griñán a sujetos como ese pelota y ágrafo profesional que es Juan Cruz, a un Joan Coscubiela que va de honesto defensor de los trabajadores cuando es de la vieja escuela, a Antonio Gutiérrez, a Carlos Solchaga, a Felipe González, a Alfonso Guerra, a José Luis Rodríguez Zapatero, al genial Miguel Ríos, a Ángeles González-Sinde, a Javier Cercas o al multimillonario José Bono. Básicamente porque son socialistas o sectarios filosocialistas.

A todos ellos, a los de allá, a los de acá y a los de acullá, les haría un ruego: que jamás vuelvan a hablarnos de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, que no vayan de demócratas por la vida, que se olviden de darnos lecciones de ética porque por muy legal que sea un indulto político es una inmoralidad elefantiásica y que no se les llene nunca más la boca de esa separación de poderes que es sinonímica de democracia. Si el poder judicial, el legislativo, el ejecutivo e incluso el mediático no son compartimentos estancos no hay democracia que valga. Lo cual, visto lo visto, permite inferir que la calidad del régimen de libertades que nos regalamos en 1978 tras 36 años de dictadura está bajo mínimos.

A ver si se enteran de que esta medida de gracia es una figura medieval que en nuestro ordenamiento reciente se consagró en la Ley del Indulto de 1870, ¡hace 152 años! Y que toda la vida de Dios se ha empleado para reparar injusticias legales como la de ese ciudadano que pegó un palo para dar de comer a sus hijos, la de ese padre que propinó una paliza al violador de su hija o la de ese propietario que emplea la fuerza para echar de su casa a unos okupas. Pero en rigor no nació para que los políticos beneficien a los políticos. Los españoles pensaremos, con toda la razón, que España no es una democracia real sino un sistema de castas en el que hay ciudadanos de primera, los políticos, y de segunda, el resto de los ciudadanos. Una amnistía así, que es gasolina para los antisistema, sería impensable en Alemania, en Dinamarca, en Suecia, en Noruega, en Holanda, en Suiza o en Reino Unido. Es más, en todos esos países un primer ministro ni se la plantearía consciente de que representaría su tumba política.

Si el poder judicial, el legislativo, el ejecutivo e incluso el mediático no son compartimentos estancos no hay democracia que valga

Y ya puestos, inmersos como estamos en modos y maneras más propios de una República Bananera que de una democracia seria europea, ¿por qué no indultamos a Bárcenas o a Correa, que robaron infinitamente menos que Gríñán y Chaves, 28 millones, y les han metido 51 y 29 años de prisión respectivamente, a Rodrigo Rato si lo vuelvan a condenar, a la mallorquina Maria Antònia Munar, que continúa en la cárcel de Palma, a Ignacio González si regresa al hotel rejas, al Albondiguilla o a la decena restante de cargos socialistas sancionados en los ERE con penas de reclusión? Me temo que el de Griñán será el primero pero no el último perdón gubernamental a los socialistas que van caminito de Jerez.

Es sencillamente aberrante que cuando un delincuente político es del PSOE resulta que se cometió una injusticia con él y cuando milita en el PP está claro más allá de toda duda razonable que era culpable. Tanto como el distinto rasero que se ha empleado en los medios con los casos de uno y otro partido: los ERE, 680 millonazos, no existían en teles, radios y periódicos y si existían pasaban desapercibidos por su bajo perfil, y Gürtel y demás escandalazos populares eran portada mañana, tarde, noche y madrugada. Servidor, como cree en la democracia, como considera que este indulto será un ataque del poder político al judicial, está en contra de perdonar a Griñán, a Chaves, a Bárcenas, a Correa y demás quinquis del ecosistema político. Termino con una frase que comparto al 1.000% y cuyo copyright no es mío: “Siento vergüenza y me cabreo cuando un político indulta a otro, hay que acabar con los indultos políticos”. Adivina, adivinanza: ¿de qué augusta boca salió? De ¡¡¡Pedro Sánchez!!! Dicho lo cual hay que colegir que si va a actuar contraviniendo sus propias palabras es un sinvergüenza, mejor dicho, un gran sinvergüenza.

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