Vox: objetivo cumplido

Vox: objetivo cumplido

Muy en contra de mi voluntad, debo referirme, de modo explícito y por segunda vez, a VOX. Se presentaron con un proyecto mesiánico: salvadores de la patria. Se tenían poco menos que ungidos por el Altísimo para que España cumpliese su destino universal. Exhibían y hacían gala de un protagonismo que nadie les reconocía. Se creían la verdadera alternativa de futuro a la izquierda gobernante y, por supuesto, se atrevían a tratar al PP de modo despectivo y arrogante –»la derechita cobarde»-. Ellos, y sólo ellos, representaban y atesoraban el tarro de las «esencias conservadoras» y, por supuesto, creían que su «idea moral de España» (Bustos) era muy mayoritaria.

Pues bien, ahora mismo el dato evidente, fuera de toda posible duda, en el panorama político español, es el fracaso total y estrepitoso de los de Abascal. Fracaso, mira por dónde, que arrastró, como era previsible, al también fracaso del centroderecha en su conjunto. La contradicción andante: Vox no ha sido útil para desahuciar a Sánchez y la situación se ha tornado infinitamente más peligrosa y alejada de las posiciones democráticas y constitucionales. ¡Hay que ser muy soberbios para cometer tantos y tan graves errores de posicionamiento!

Hay que volver a repetirlo cuantas veces sea necesario. Ya fue una «malísima idea» (Marc González) la fundación misma de VOX cuyo objetivo, más allá de sus autoritarias ensoñaciones mesiánicas, era el protagonismo de los más radicales del PP. Y era pésima idea porque la escisión de los populares produciría efectos perversos al dividir el voto. Abascal y sus sabios apóstoles no podían ignorarlo. Era otra evidencia que, para echar a Sánchez, concentrar las energías en una única opción era absolutamente necesario. La única alternativa al gobierno existente seguía siendo el PP, no VOX, que, para más inri, se pasó la anterior legislatura embarrando el panorama y haciendo manitas con Sánchez. ¡Habrase visto cosa igual!

También es una evidencia que si los 11 millones de sufragios del centroderecha se hubiesen concentrado en el PP, ahora Núñez Feijóo sería presidente del gobierno de España y estaríamos libres de muchos dolores de cabeza ante los temores que suscita el futuro. Es más, la mera existencia de VOX, por supuesto legítima, «ahuyenta a una porción nada despreciable de los electores más moderados» (Marc González). Otra evidencia más, que Abascal y los suyos se empeñan en ignorar. ¿Cuándo querrán comprender, quienes apoyan a Vox con su voz y su voto, que la única alternativa a Sánchez, en las actuales circunstancias legales, sólo es posible sumando y no restando al PP? ¿Qué necesitan para verlo claro? ¿Habrán hecho suyo el mensaje inequívoco del 23-J?

Me temo que no. De hecho, se han radicalizado -que ya es decir-más aún de lo que estaban hasta ahora. Han expulsado a la gente más valiosa y presentable de sus dirigentes. Han aupado a los más extremistas y ultras de la formación. Siguen actuando igual: con su lenguaje autoritario, con sus planteamientos imposibles y obsesionados con poner piedras en el camino del PP. Siempre parecen estar en guerra con algo o con alguien. ¿Habrán roto la pinza que formaron con Sánchez contra Feijóo? ¡Tiene narices la cosa! Van directos a un nuevo fracaso. Volverán a repetir el desastre. ¿Será posible tamaña locura? Desde luego.

Han olvidado que, sobre todo en política, «la apariencia cuenta más que la sustancia: a los hombres se les pesa al por mayor, con una romana de molinero, no con una balanza de orfebre» (Ordine, Ibidem, pág. 158, comentando un texto de Giovanni della Casa, aparecido en 1558). ¿Cómo es que gente tan sabia ignora cosas tan elementales y cae de modo tan fácil en las trampas puestas por Sánchez?

Hace unos días, Feijóo, en la mañana de Federico, descubrió un dato decisivo, no desmentido, para entender la actitud de VOX el 23-J. Frente a los 52 escaños obtenidos en las elecciones de 2019, ahora las previsiones más optimistas de las encuestas sólo le atribuían 35 escaños. Existían siete u ocho provincias, que no enumeró, en las que, ni siquiera en 2019, VOX obtuvo escaño alguno. La posibilidad de obtener escaño el 23-J, en consecuencia, era cero. Pues bien, para vergüenza ajena y en contra de toda la falsaria e hipocritona palabrería sobre los objetivos perseguidos por VOX, la respuesta a la proposición recibida del PP en orden a concentrar en tales provincias el voto de centroderecha consistió en una rotunda negativa.

El resultado electoral en tales provincias fue el siguiente: siete escaños más el PSOE y siete menos el PP.

Señores de Vox, señor Abascal y sabios que le rodean, pregúntense para qué han servido. No para salvar España, su supuesta razón de ser. Han servido, gracias a su incompetencia, altanería e ingenuidad, para la destrucción de una verdadera alternativa a Sánchez. Solo han servido para hacer «inelegible a la derecha española» (Albiac). Les guste o no, lo cierto es que sólo han servido para dar continuidad a Sánchez. Lo que han hecho, lo pagarán. No lo duden. Como le dijo en su día Miguel Segura, «quizá ahora se haya dado cuenta de que el ciudadano sensato teme más a Vox que a ETA».

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