La versatilidad de un gran gobierno

Otro gran legado del presidente Sánchez y sus legislaturas va a ser sin duda que eso de las profesiones clásicas y su relación con el puesto de trabajo tiene poca importancia. Los mal pensados siguen entendiendo que las titulaciones o la pertenencia a un cuerpo administrativo deben determinar la idoneidad para un cargo público o directamente para una responsabilidad.
Si algo nos está enseñando este largo e insólito periodo político es que se puede ser profesor de primaria y el responsable de la política de trasportes y del urbanismo español. Aunque luego uno tenga afición a otras cosas, pero no empaña su digna labor. Los malvados están largando con el hecho de que una registradora de la propiedad no pueda ser la directora del principal nudo eléctrico nacional, porque aquí lo importante es levantar acta de lo buenos que somos, ecologistas de militancia y los más importantes productores energéticos de toda Europa.
Y como otro gran mérito de esta brillante ejecutoria se encuentra una psicóloga preclara que ha redactado la mejor Ley sobre eso tan turbio que se llama delito contra la libertad sexual. Los jueces no han sabido desde su cortedad de miras ensalzar esa grandeza intelectual. Seguramente la titular de Sanidad no tiene éxito con sus colegas médicos, precisamente con su formación; si hubiera sido abogada laboralista como la vicepresidenta sería admirada y les habría reducido los tiempos de guardia a los compañeros.
Bueno, seguramente los papelitos de acreditación académica como los doctorados, sean o no verdaderos, que eso da igual, ya no serán tan importantes después de esta era prodigiosa. Lo relevante es saber que siempre hay algún boca sucia que no valora los méritos de quien es tan versátil que saben buscar culpables fuera de uno mismo y dar bien en las fotos.
Y si se nos apaga la luz, que sea solo la eléctrica, a ser posible no de las renovables, porque las que tienen que ver con la Ilustración no están en el argumentario que les mandan por WhatsApp por las mañanas a esa nueva generación de filósofos que son nuestros contemporáneos del Gobierno. Pero después de todo, siempre hay un faro de luz, con pocas preguntas, por cierto, por no decir ninguna, que nos ilumina a los españoles que abrazamos su fe. Que bobada ser profesional cuando uno puede ser lo que le dé la gana. Que eso si que es ser democrático.
Además, siempre hay una verdad, una transparencia y una reivindicación de la voluntad como auténtico ejercicio profesional. Con la avidez de entender que nuestro timonel nos va a iluminar. No hay que ponerse la cola a ver dónde encontramos nuestra realización en la vida con independencia de que hayamos estudiado, esperemos la paguita, o simplemente tomemos el sol a la espera de la voluntad divina. Que eso de gestionar es tela aburrido. Mejor es ser versátil que los martes nos dan asiento en el Consejo de ministros y ministras y de los licenciados sin cartera, salvo la del cole.