Unos impuestos insoportables

Pedro Sánchez impuestos

El Gobierno sigue su senda confiscatoria. Tras haber estado suspendidas las reglas fiscales durante cuatro ejercicios y no operar en ese período el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, muchos gobiernos se volvieron más irresponsables, como el del presidente Sánchez, que gastó a manos llenas lo que tenía y lo que no tenía. Desgraciadamente, mantiene dicho frenesí por el lado del gasto, a lomos de una recaudación extraordinaria derivada de una elevadísima inflación que hubo en 2023 y que ha incrementado todavía más los niveles de precios, aunque con un crecimiento más desacelerado, en 2024, que hizo que los ingresos tributarios aumenten, pero eso no es más que coyuntural, mientras que el gasto generado se vuelve permanente.

Eso hace que en 2025, con un gasto estructural muy alto, empiecen las dudas, como ya expresó la AIReF y el Banco de España, sobre la posibilidad de que pueda reducir el déficit público en la medida comprometida con Bruselas, ya que el gasto no deja de crecer y los ingresos puede que hayan llegado ya a su máximo de incremento, con el riesgo, además, de que si hubiese una recesión en Estados Unidos, podría afectar con fuerza a la UE, cuya economía, al menos, se desaceleraría, con la correspondiente merma de ingresos, que empeoraría el saldo presupuestario.

La receta del Gobierno para seguir gastando y cubrir ese desfase es subir impuestos, hasta el punto de volverlos confiscatorios o, al menos, casi confiscatorios donde Sánchez ha realizado 81 subidas de impuestos y cotizaciones, como bien señala el Instituto Juan de Mariana y siempre quiere más, y no digamos sus socios de Gobierno, que, si pudiesen, pondrían un impuesto para cualquier acción: nos venden, incluso, que gravan hechos imponibles con impuestos para respirar mejor -los llamados medioambientales- cuando el verdadero objetivo del Gobierno, si le fuese posible, sería ponernos impuestos hasta por respirar. Ese nivel de impuestos es ya inasumible. Todo tiene un límite y con tanto impuesto sólo van a lograr dos cosas: incrementar la lacra de la economía sumergida, que hay que perseguir y erradicar, pero que con tanto impuesto ellos mismos incentivan, con perjuicio para la sociedad; y asfixiar a familias y empresas, hiriendo la actividad económica y, con ello, el empleo, que nos llevará a más gasto por prestaciones y menor recaudación. Es decir, se habrá estrangulado tributariamente a los agentes económicos para que tengan una posición peor, más débil.

Por último, quienes sólo piensan en aumentar el gasto y los impuestos, apuestan también, como recurso, por la opción del endeudamiento. Piensan que siempre van a poder colocar todo el papel que emitan y que serán financiados hasta el infinito. No es deuda perpetua técnicamente hablando, por lo general, pero la refinanciación de la misma, que no se amortiza, sino que, además, se incrementa con nueva deuda fruto del déficit, que va convirtiéndose en crónico, hace que sea casi perpetua, una especie de deuda pseudoperpetua, pues, a los efectos, nunca se va a devolver ese importe; simplemente, se sustituirán unos papeles por otros, pero la deuda seguirá ahí.
Esto es insostenible y la sostenibilidad de las cuentas públicas es preocupante, aunque no se vea al camuflarse con los efectos recaudatorios de la inflación, pero estructuralmente está ahí. No se puede generar más gasto, y menos estructural, porque la economía -sobre todo, la española- no soporta mucho más endeudamiento, pese al paraguas de la eurozona y del BCE, que, obviamente, no van a dejar que un país colapsase, pero que si uno de ellos se endeudase tanto que pudiese suponer un riesgo para la estabilidad del euro, no dudarían en intervenirla e imponerle recortes muy duros, los cuales se pueden evitar si quienes gobiernan son responsables y sensatos.

Toda la economía internacional, y dentro de ella, la UE, sin duda, y España de manera urgente, debe iniciar, a todos los niveles, un exhaustivo programa de ajustes y reformas profundas, dirigido por el diseño de una austeridad inteligente, que permita equilibrar las cuentas, crecer con fuerza, recuperar el empleo y salvar gastos esenciales, como las pensiones, pero que si, por no hacer las cosas bien y seguir aumentando el gasto, déficit y deuda, llegamos a una situación insostenible, entonces los ajustes serán más abruptos, por haber dejado que la economía se dañe más, y sus consecuencias serán mucho más duras. Lo preocupante es que en Alemania hayan pactado eliminar el tope de deuda que tenían, porque eso puede ser un grave error fatal para toda la UE, así como no reducir otro gasto para incrementar el de Defensa, que hay que aumentar, pero reduciendo otro gasto innecesario.

No podemos gastarnos lo que no tenemos, porque, al hacerlo, estaremos comprometiendo nuestra prosperidad, nuestro futuro, nuestra fortaleza como economía.

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