Txapote, Junqueras y Mohamed no abuchean a Sánchez

Txapote, Junqueras y Mohamed no abuchean a Sánchez

A Pedro Sánchez se le abuchea cada vez que aparece en público. A él le disgusta y probablemente no lo entiende. Sánchez se ve a sí mismo tan guapo, tan alto, tan apuesto, tan elegante, tan atractivo… se quiere tanto que no le entra en la cabeza que no pueda salir a la calle sin que le griten y le insulten. También es verdad que está poco habituado. Acostumbra a rodearse de palmeros, y sobre todo palmeras, que no se cortan un pelo en mostrarle continuamente cuánto lo admiran. Personajes de medio pelo cuyo único mérito es dejar que se les caiga la baba ante él cuando lo miran con arrobo, que le aplauden al verlo andar con ese estilo chulesco que le caracteriza, a lo John Travolta interpretando a Tony Manero en Fiebre del sábado noche. Y ahora hasta ha tenido que cancelar la operación «piel con piel» para evitarse escenas como la ocurrida en Madrid.

Ayer a Sánchez le salió mal la jugada. El año pasado también llegó tarde a la tribuna del desfile de la Fiesta Nacional del 12 de octubre, pero lo hizo con el tiempo justo para saludar a las autoridades y colocarse en su sitio en el momento exacto en el que el coche del Rey llegaba, aunque para eso el vehículo del Monarca había tenido que ralentizar su marcha, pero no se notó tanto como este año. Es lo que pasa cuando se apura tanto. Como Sánchez sabe que en cuanto se baje del coche y se anuncie por megafonía su llegada van a comenzar los gritos, los insultos y los abucheos, intentó hacer como el año pasado y llegar justo a la vez que el Rey, porque en cuanto aparezca Su Majestad los gritos se van a convertir en aplausos, por el cariño y la admiración que Felipe VI recibe de los españoles en toda ocasión. Pero, por tanto, apurar ayer se pasó e hizo que el Rey tuviera que esperarle durante un minuto sin poder bajarse del coche.

Y lógicamente el efecto ha sido justo el contrario de lo que él esperaba. En vez de pasar desapercibido como era su deseo, lo que ha logrado con su retraso -dicho sea con el respeto que no merece y sin segundos sentidos-, ha sido que el abucheo sea la noticia más comentada del día. Los gritos han ocupado hoy todas las portadas haciendo irritar a todos los progres españoles que se muestran muy ofendidos, tratando de ultras y fachas a los ciudadanos que libremente expresan la nefasta opinión que les merece el presidente del Gobierno menos votado de la historia de nuestra democracia.

Pero quienes abuchean a Sánchez no son ni ultras ni fachas. En realidad, tan sólo Txapote, Junqueras y Mohamed VI no tienen motivos para abuchear a Sánchez. Si el presidente quiere ser recibido con aplausos lo que tiene que hacer es darse un paseo por esas cárceles vascas a las que ha trasladado a los más sanguinarios asesinos etarras, después de transferir las competencias de prisiones al Gobierno del PNV. Allí le aplaudirán con las orejas Txapote, Txeroki y Henri Parot. Otra opción para Sánchez puede ser darse un paseo por la Meridiana de Barcelona, donde a diario cortaban el tráfico los independentistas que protestaban por las condenas a los golpistas ya indultados por el Gobierno. En Barcelona Sánchez será aclamado por Junqueras, Romeva y los Jordis. También puede salir tranquilamente por las calles de Rabat, después de haber obedecido las instrucciones de Mohamed VI para entregarle el Sáhara, enfrentándonos con Argelia y perdiendo el suministro de todo su gas barato. Ningún enemigo de España abucheará a Sánchez, de eso puede estar seguro.

Lo último en Opinión

Últimas noticias