El test de estrés de RTVE

El test de estrés de RTVE

Suspendido. En octubre, tampoco recupera TVE el liderazgo informativo que mantenía hasta la llegada de Rosa María Mateo. En octubre, tampoco ha explicado la Administradora única de RTVE cómo es posible compatibilizar una sociedad patrimonial dedicada al negocio audiovisual, de la que ella es apoderada y su hijo es administrador, con su cargo al frente de la Corporación RTVE. En octubre tampoco ha decidido respetar ni siquiera el legítimo papel de control sobre su gestión. En la línea gubernamental de apilar los escándalos, burlando a la opinión pública la menor aclaración, Rosa María Mateo elude colérica el presunto conflicto de intereses y su manifiesta incompatibilidad con una actitud deplorable. Alguien le dijo que iba a ser impune a la crítica, y desde su ajardinado e inconsciente bienestar se lo ha llegado a creer.

Así estamos. Tres meses y trescientas trapisondas después, una purga colosal, un desvarío informativo cotidiano y un sectarismo sin disimulo el test del estrés en RTVE es un completo desastre. Todo se le va de las manos a la Administradora única de RTVE, pierde todos los papeles menos los de la firma de los ceses y el de la bula a su equipo directivo, que disfruta vorazmente del privilegio concedido mientras ella balbucea en el Parlamento las respuestas preparadas más peregrinas y sonrojantes.

Su concepto del control democrático es tan original como ramplón. Su bagaje es tan liviano como la frivolidad e insolvencia de su entorno. Y el único estrés que ha demostrado es el de una vulgar descalificación al que le pregunta. En solo dos comparecencias públicas ante la Comisión Mixta de Control Parlamentario sobre RTVE ha acumulado menos verdades y más despropósitos que un completo diccionario del disparate. Envuelta en una falsa madre coraje, esconde una contestación, sencilla si puede darla, a las graves sospechas sobre su incapacidad para seguir un minuto más al frente de RTVE.

Pronto escampará, debe pensar. Aguanta el tirón como lo hacen ministros y altos cargos del Gobierno de Pedro Sánchez velados por la sospecha, le dicen sus colaboradores. Tu papel es liberador y trascendental, han debido asignarle los beneficiados socios de la moción de censura. Pero, de momento, 100 días después, nunca se destrozó tanto en RTVE, nunca se gestionó esta Corporación con menos tacto, prudencia y conocimiento del medio y nunca se insultó de manera tan grosera en el Parlamento por el solo hecho, y con la Ley en la mano, de saber la verdad. ¡Y eso que prometió decirla siempre! ¡Paparruchas!

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