Tatyy Amiga Linda se la pagas tú

En 1976, Fernando Vizcaíno Casas, uno de los autores contemporáneos españoles más vendidos, estrenó su novela Niñas… al salón, que al año siguiente llevó al cine Vicente Escribá. Los nombres de sus protagonistas, empleadas de El Paraiso, un burdel donde ejercían el oficio más antiguo del mundo, eran Maite La Quitapenas, Laura, Mariona, Gabi, Chelo, Patro y Vicky, entre otras. Unos años antes, en 1973, el Premio Nobel Mario Vargas Llosa había publicado su cuarta novela, titulada Pantaleón y las visitadoras, que también fue convertida en película. En esta nos encontramos a Olga La Brasileña, La Chuchupe, Luisa La Pechuga, Peludita y Vanessa; todas ellas integrantes de un servicio de «visitadoras», que deben atender las necesidades sexuales de las tropas peruanas apostadas en la Amazonía Peruana. En 2025, Koldo y Ábalos tenían a Jésica 20 Minutos, Alini Mi Oportunidad, Tatyy Amiga Linda, Adriana Brasileira y a Iris Zap; apodos que en nada desmerecen los imaginados por Vargas Llosa o Vizcaíno Casas.
Han pasado 50 años, medio siglo en los que no ha cambiado nada para Maite La Quitapenas ni para Luisa La Pechuga, como nada había cambiado en los casi cuarenta siglos transcurridos desde la época en la que la Biblia nos cuenta la historia de la prostitución de Tamar, la nuera de Judá, bisnieto de Abraham. Tamar se prostituye para sacar adelante a sus hijos cuando se queda viuda, lo que no debe ser muy distinto en los casos de Olga La Brasileña, Mariona o Tatyy Amiga Linda. La jodienda no tiene enmienda, dice una antigua expresión española para explicar de forma sencilla que, en todos los tiempos, con todas las leyes y sean cuales sean los baremos morales, existirán algunas personas que pagarán a otras a cambio de unos servicios sexuales que no podrían obtener de otra forma.
Pero existe una diferencia abismal en estas historias. Judá le pagó a Tamar entregándole su sello, su cordón y su bastón; los clientes de El Paraíso pagaban a La Quitapenas de su propio peculio; las integrantes del Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines (SVGPFA) cobraban sus servicios oficialmente del ejército peruano; mientras que Ábalos y Koldo le han pagado a Jésica 20 Minutos haciendo que la contratasen empresas públicas dependientes de su ministerio, mientras que a Alini Mi Oportunidad y a Tatyy Amiga Linda les pagaban con las comisiones que obtenían de adjudicaciones de contratos públicos como los de las mascarillas, la trama de hidrocarburos o las obras que están siendo investigadas por la justicia. Prostitutas para un ministro pagadas fraudulentamente con esos altísimos impuestos que la izquierda repite que son para educación y sanidad.
Los socialistas afirman que son todos feministas y abolicionistas. El PSOE intenta convencer a sus socios comunistas e independentistas para que aprueben su propuesta para prohibir la prostitución al mismo tiempo que se endurecen las penas contra el proxenetismo. A la vez nos enteramos de que el padre y el tío de Begoña Gómez explotaban una sauna gay en un local alquilado a Muface encima del cual arrendaban cuchitriles por horas, en otro inmueble por el que pagaban una renta de chollo también al miso organismo público. Igualmente son conocidas las recientes andanzas con prostitutas del socialista Tito Berni. Y no nos olvidamos de los miles de euros robados a los parados andaluces, que los socialistas se gastaban en el club Don Ángelo, de Sevilla. El diario de sesiones del Senado del 23 de octubre de 2018 recoge como un ministro Ábalos puesto en pie señala con el dedo a un senador del PP y dice, indignado «en lo público soy exacto, estricto; y en lo privado me lo costeo yo». Te tienes que reír. Al igual que el resto de políticos de izquierda, el feminismo de los socialistas es más falso que el cartón piedra, pero, además, la relación del PSOE con la prostitución es indisoluble y eterna; y encima hacen que a Tatyy Amiga Linda y a Alini Mi Oportunidad se las tengamos que pagar tú y yo.