La «soledad» del Rey… sin Sánchez

Ignoro cómo será la relación personal entre el Jefe del Estado y el jefe del Gobierno, pero no parece que pueda intuirse sea mucho mejor que lo que se puede concluir a simple vista de su relación institucional, esto es, que es fría, nula o mala.
Incluso en esta relación entre los dos principales referentes del Estado el disolvente Sánchez actúa como elemento nuevo y cuarteante. Incluso durante el septenato del pobre Zapatero las relaciones entre Zarzuela/Moncloa fueron fluidas y cordiales sin que se rompiera el equilibrio que los contribuyentes demandan y el sentido común exige.
El Rey Felipe hace tiempo que le tomó el número correcto a su primer ministro; los desprecios sanchistas constantes, la utilización de la figura real como falda para evitar reprobaciones por parte de los ciudadanos, sus pactos con declarados enemigos de la Corona (independentistas, comunistas y populistas), entre otros argumentos, hacen que la distancia y la desconfianza sea cada día mayor.
Dos ejemplos. Desde que se instituyó el Premio Cervantes a entregar todos los 23 de abril en la Universidad de Alcalá de Henares, la costumbre ha sido que el Jefe del Estado, es decir, el Rey, siempre ha estado acompañado por el presidente del Gobierno. Pues ni por esas. Siempre que hubo un acontecimiento internacional de relevancia donde se reúnen los grandes mandatarios del mundo la praxis española era que junto al Rey como representación siempre acudía el poder político en la persona del jefe del Gobierno. Es el caso de los funerales por el Papa Francisco, donde Sánchez ha decidido no ir.
He oído y leído algunas interpretaciones al respecto que no me convencen. Si un presidente tiene miedo a ser abucheado o repudiado por los manifestantes sabe perfectamente lo que tiene que hacer: pechar con ello y, si es superior a sus fuerzas, pedir hora en La Zarzuela y entregar su carta de dimisión. Lo mismo si lo que realmente no soporta es el mayor protagonismo de Su Majestad.
Humanamente puedo entender que Pedro Sánchez haya entrado en el modo depresión, pero la respuesta no puede ser decaer en sus responsabilidades, porque sigue cobrando y viviendo por cuenta del contribuyente.
Concluyendo: creo, finalmente, que algo serio se mueve en el entorno presidencial. De alguna manera lo vi hace años en otros protagonistas y con menos razones que en el caso de Pedro Sánchez.
Temas:
- Felipe VI
- Pedro Sánchez