Sirera y la rebelión cívica

Independentismo

El «que us bombín» que Xavier Trias soltó tras quedarse sin la alcaldía puede sorprender a algunos. ¿Cómo es que un ‘señor’ de Barcelona con pinta de ser tan educado y formal muestra tan mal perder? Pero los que sufrimos día tras día el supremacismo nacionalista ya estamos acostumbrados. Y es que el independentismo considera que Cataluña es suya y, por lo tanto, las instituciones – y el botín económico que conlleva su control – les pertenecen solo a ellos. De ahí que recurran a las «conspiraciones del Estado» o «los pactos secretos en Madrid» cuando, simplemente, son derrotados en una votación. Porque un separatista nunca pierde, siempre le roban el triunfo. Y siempre se lo hurta un ‘malvado’ que ‘odia’ a Cataluña. Mejor dicho, lo que ellos consideran ‘su’ Cataluña.

Por eso el valor del voto de Daniel Sirera es enorme. Porque Trias se vendió durante la campaña electoral como un futuro alcalde ‘moderado’ que quería arrastrar a Junts hacia la sensatez y la política de la gestión. Pero a la mínima que pudo, intentó pactar con un partido fanático como la Esquerra Republicana, que va en coalición con Bildu a las generales. La ‘moderación’ de Trias se pudo contemplar en la fotografía de la sala en la que se celebró el pleno: parecía la galería de los más buscados de cualquier prisión, entre sediciosos, indultados y condenados por corrupción. Ese era el preocupante futuro de Barcelona en manos de Trias y Maragall. De ahí que el jefe de filas del Partido Popular hiciera lo correcto, evitar que el frente golpista de octubre de 2017 se hiciera con la alcaldía de la capital catalana.

El voto del PP no fue a favor de Jaume Collboni, porque es un alcalde cuya fiabilidad oscila entre lo poco y la nada, sino en contra de que el golpismo consiguiera su trofeo más preciado, el que se le resiste. Bueno es que Sirera consiguiera también que, de entrada, los comunes de Colau no entren en el gobierno municipal, aunque conociendo a los socialistas cuando pasen las elecciones generales los veremos de nuevo ocupando tenencias de alcaldía. Sirera prometió que no votaría un gobierno municipal con independentistas o los populistas de Colau, y es lo que ha hecho. Ahora toca una rebelión cívica hasta mayo de 2027 para construir una alternativa constitucionalista de verdad, que no solo pueda influir, sino que pueda decidir, que consiga el apoyo suficiente de los barceloneses para que el separatismo no tenga ningún tipo de influencia en el gobierno de la ciudad.

Daniel Sirera va a tener mucho trabajo por delante para conseguir las complicidades necesarias para que la rebelión cívica del constitucionalismo harto del independentismo y el populismo sea fuerte y poderosa, pero ha empezado con buen pie y con una voluntad decidida. Ha escogido el mal menor, y el nuevo alcalde tendrá que ir sumando apoyos votación tras votación, y el PP tendrá la opción de conseguir concesiones para mejorar no solo el bienestar económico de los barceloneses, también para ir avanzando en la recuperación de libertades, como las lingüísticas que los ciudadanos castellanoparlantes tienen reducidas tras la ofensiva del eje ERC/Junts/Comunes para priorizar el catalán en todos los ámbitos.

Bueno es también que Sirera le dijera a Pere Aragonès a la cara, en una recepción en el Palacio de la Generalitat a los nuevos regidores de Barcelona, que su discurso fue indigno de un acto institucional, ya que el ‘president’ dijo que la elección de Jaume Collboni como alcalde se debía a la «sombra de un acuerdo de Estado». Lo dicho, los separatistas se creen que Cataluña es solo suya, y cuando pierden algo, siempre es por una conspiración. No entienden que más de media Cataluña está harta de las imposiciones independentistas y actúa en consecuencia para no ser pisoteada.

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