OPINIÓN

Pere Soler o cómo cambiar la bandera por la cartera

Pere Soler o cómo cambiar la bandera por la cartera
  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

El ahora miembro de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia Pere Soler saltó a la fama en octubre del 2016. El 23 de octubre de ese año escribió un tuit en catalán que, traducido, venía a decir: “Madre de Dios. Espero que nos vayamos ya porque me dais pena todos los españoles”.

Con ese pedigree tenía currículum suficiente para llegar a director general de los Mossos. Entre julio y octubre de ese año del 2017 cuando fue cesado tras la aplicación del 155.

En su declaración ante la Audiencia Nacional como testigo en la causa contra el mayor Trapero; alegó, a preguntas del fiscal, que el citado tuit era una manera de hablar. Era, en este caso, el 20 de enero del 2020.

Se justificó diciendo que lo había hecho tras la reunión del comité federal del PSOE que destituyó a Pedro Sánchez. “No era una actitud despreciativa”, afirmó entonces. Le sabía mal “por todos los españoles”, añadió.

Pero las fechas no cuadran, porque el famoso comité federal fue el 28 de septiembre del 2016. Y el tuit en cuestión es del 23 de octubre. Casi un mes después. Además, por una cosa que hace bien el máximo órgano del partido entre congresos.

El fiscal le recriminó otro tuit, este en razón de su cargo, del 31 de julio del 2017 en el que dejó claro que “los Mossos cumplirán la ley, pero nuestro ordenamiento no se acaba en la Constitución española”.

Había más puesto que dejó un reguero de pólvora. A Lluís Rabell, del antecedente de los Comunes, le espetó que “votar Junts pel Sí no tiene nada que ver con el Molt Honorable Pesidente Mas, sino con si quedarnos o no en España”.

En otro, afirmó que “somos soldados al servicio del Molt Honorable Presidente Puigdemont por la decencia y dignidad de nuestro país”. En la Diada del 2015, aseguró que iba a ser “la última de la Cataluña autonómica”.

Mientras que a socialistas, Ciudadanos y PP les reprochó que, en su opinión, “hacéis pena”. Aunque, como buen posconvergente, hay que decir que también se metía con la CUP.

En fin, este señor, nacido en Terrassa en 1967, de profesión abogado, el mismo que se definió cómo un “soldado” al servicio del procés; no tuvo ningún inconveniente en ser elegido hace unas semanas miembro de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia; un organismo, en terminología indepe, del “Estado opresor”.

Tiene una buena razón para ello: 125.000 euros al año, un sueldo superior al de consejero de la Generalitat, que queda unos cinco mil euros por debajo.

Pere Soler i Campins es un miembro del clan de Terrassa apadrinado por Josep Rull. Hay que decir que la mayoría ha salido rana. Otro representante ilustre del grupo es Miquel Sàmper, titular de Empresa ahora con el socialista. Salvador Illa.

Para que vean los vaivenes ideológicos del susodicho, pasó de consejero con el independentista Quim Torra -nada menos que de Interior- a responsable de Empresa con el PSC. Para disimular se ha dejado crecer la barba.

Otro éxito innegable de Josep Rull que, de momento, ha salvado los muebles. Incluso supera a los dos anteriores en sueldo oficial con 147.000 euros al año. En realidad, supera incluso al del presidente de la Generalitat (140.000). Paradojas de la política catalana. “¡España nos roba!”, proclamaban.

Todo ello confirma lo que ya sabíamos: que el procés siempre fue de pasta. Pasada la efervescencia, no han tenido ningún inconveniente en cambiar la bandera por la cartera. Como ha sido siempre.

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