Si Irene Montero quiere dar mítines, que se vaya a la calle

Si Irene Montero quiere dar mítines, que se vaya a la calle

La utilización partidista que Irene Montero está haciendo del Ministerio de Igualdad no tiene límites: ya no es que malgaste el dinero de todos los españoles en informes y estudios que rezuman sectarismo por los cuatro costados, sino que ahora la ministra se permite el lujo de usar el Departamento para organizar seminarios en los que cargar contra la oposición, especialmente contra Vox. Expertas en feminismo y una eurodiputada de Podemos participaron hace días en una charla en la que analizaron la «agenda antifeminista de la extrema derecha» y cargaron contra la formación de Santiago Abascal. Por cierto, la eurodiputada podemita Amelia Martínez Lobo organizó en 2019 escraches contra dirigentes de Vox. Por eso, Irene Montero la invitó al ministerio.

Si Irene Montero quiere arremeter contra Vox está en su derecho, pero que lo haga en la calle. Abrir las puertas del ministerio para que un grupo de ‘feminazis’ de rienda suelta a su odio contra la formación de Abascal es puro nepotismo, pues está utilizando un organismo que pagamos todos los españoles para hacer campaña electoral. Es bien sabido que Podemos tiende a confundir lo público con lo privado, pero todo tiene un límite. El Ministerio de Igualdad no es la sede de Podemos, sino un organismo público. No es su casoplón de Galapagar, sino una institución del Estado que obliga a sus titulares a guardar las más elementales formas democráticas.

Parece evidente que el Ministerio de Igualdad está poniendo toda la carne en el asador para calentar las manifestaciones del 8M, pese a que el Ministerio de Sanidad se muestra contrario a la celebración de dichos actos. A Irene Montero le da igual, porque coloca su sectarismo ideológico por encima de la salud, como ya hizo el pasado año. Es por eso que ha entregado el Ministerio de Igualdad al feminismo más dogmático para que cargue contra aquellas formaciones, especialmente Vox, que no le bailan el agua. Sólo falta que la cuidadora de las hijas de Irene Montero -su jefa de Gabinete adjunta- reparta pasquines por los pasilllos del ministerio «contra la extrema derecha antifeminista». Todo se andará

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