Sí, es así señor Sánchez
No me gustaría estar en la piel de Pedro Sánchez, pero es claro que a Sánchez le obnubila como a un crío con disfraz su ilegítimo, aunque legal, cargo de presidente del Gobierno. Es peligroso un presidente mentiroso y contradictorio, capaz de vender las necesidades de su nación, a la que debe fidelidad y respeto, por una migaja de votos, pero acrece dicho peligro en tan señera majestad, en tan noble cargo, aceptar apoyos de una recua con objetivos anti nacionales y disgregadores, con ansias de revancha, con fines encaminados a lavar los decenios de terror que impuso ETA. Incierto panorama político germinó poco antes del último estío tras una moción de censura cimentada en una farsa y apoyada por los “bolivarianos pijos” de Podemos, los antiespañoles del PNV, los golpistas catalanes y para colmo de males, que bajo e innoble, por lo pro etarras de Bildu. Es la radiografía de nuestro actual ejecutivo donde por primera vez, un presidente del Gobierno es elegido gracias a una moción de censura, sin ser diputado y con el apoyo de comunistas, nacionalistas, independentistas y proetarras.
Y con esos mimbres se está gobernando. Hacia los soberanistas catalanes, utilizando un mal llamado “dialogo” en nombre de todos los españoles como coartada para una cesión humillante al separatismo, provocando que quienes se han sublevado contra España se sientan más fuertes que nunca, como hizo Torra tras la vergonzosa reunión usurpada por este y vendida a modo de “mini cumbre” entre dos Estados al mismo nivel, mientras Sánchez pueda sobrevivir al límite de la dignidad regando de millones Cataluña sin importarle la igualdad entre todos los españoles. Se encuentra obsesionado con Franco y desde qué en junio, nada más llegar a Moncloa, anunciara como medida estrella exhumarlo del Valle de los Caídos, continúa con la manipulación de una parte importante de nuestra historia provocando un dolor innecesario en millones de españoles de forma gratuita. Sin estrategia ni presencia internacional.
Ejemplo es Venezuela, esperando órdenes de París, Berlín o Bruselas, para comparecer ante la opinión pública y decirnos que tenemos que esperar ocho días a ver si Maduro se aflige, deja de ser un niño malo y convoca elecciones. El engaño y la mentira, la infamia y el desconocimiento. Tras la derrota socialista en Andalucía, llegó a manifestar que ningún país en Europa tenía a la nueva derecha como aliada, con el fin de entorpecer la coalición conformada por PP, Ciudadanos y VOX y especialmente para demonizar a este último. Bien sabe qué en Austria, Bélgica, Finlandia, Dinamarca, Letonia, Hungría y Polonia, la nueva derecha forma parte del Gobierno tras elecciones y pactos y donde en ninguna de estas naciones se ha restringido la libertad o se han cercenado derechos.
Y aquí, en España, sin ir a las urnas, el verdadero populismo, la radicalidad se nos muestra a través de la tamaña incoherencia de un personaje que tiene la osadía de alertar frente a los extremismos cuando su Gobierno no podría existir sin la extrema izquierda. Un presidente falaz, falsamente buenista y siempre absurdo. Un ejecutivo que día a día, por el mismo y por quienes le apoyan pierde autoridad si es que alguna vez la tuvo, pierde dignidad, si es que alguna vez la conoció y pierde credibilidad si es que alguna vez la predicó. Es la imagen de la debilidad que a fe de mostrarla sin rubor la mimetiza en la propia debilidad del estado. Ya lo dijo Dwight Eisenhower, trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos: “Sólo con la fuerza se puede cooperar. Con la debilidad, sólo se puede mendigar”.
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