Sánchez y el timo del Tocomocho para asaltar el CGPJ
Pedro Sánchez ha recurrido a la desesperada al timo del Tocomocho para tratar de convencer al PP de que acceda a la renovación del CGPJ. En esencia, la trampa consiste en renovar primero y, luego, sentarse a estudiar «todos los escenarios» para reformar el sistema de elección del órgano de los jueces. Lo ha dicho así la ministra de Justicia, Pilar Llop: «Renovemos los órganos constitucionales y abramos posteriormente los debates y expliquemos con transparencia, democráticamente, a la ciudadanía y en el lugar en el que hay que explicarlo, que es en el Congreso y en el Senado, qué modelos hay y que el propio poder legislativo elija el modelo que más le convenga».
Que el Gobierno pida al PP que haga un acto de fe y confíe en la palabra de Sánchez es sencillamente de risa. Lo que busca el jefe del Ejecutivo es asaltar el Poder Judicial, controlar la justicia. La credibilidad de Sánchez es nula, de modo que el PP hace bien en negarse a renovar el CGPG. Porque lo primero es garantizar la independencia judicial permitiendo que sean los jueces quienes decidan su órgano de gobierno. O sea, primero, se establece por ley de forma meridiana que los jueces eligen a la mayoría de los vocales y, después, se renueva el CGPJ.
Sánchez propone lo contrario: renovamos y luego, si procede, reformamos la elección del Consejo General del Poder Judicial. Como para fiarse de la palabra de un tahúr. Si el PP accediera a la renovación, Sánchez conseguiría su propósito de asaltar la institución y, una vez logrado su objetivo, incumpliría su promesa de cambiar los criterios de elección del CGPJ. Lo que pretende Pedro Sánchez es que Pablo Casado pase por el aro de sus exigencias sin ninguna contrapartida. Lo que está en juego no es un mero cambio de vocales, sino la libertad y la independencia judiciales. Y la única garantía de que el Gobierno socialcomunista respete la separación de poderes pasa por reformar el sistema de elección del CGPJ para que los jueces tengan voz y voto.
El PP exige que primero se haga la reforma legal y luego se acometa la renovación pendiente. Natural: fiarse de Sánchez es tanto como confiar en la palabra de un trilero.