Sánchez hunde la inversión extranjera

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El Gobierno de Sánchez, envuelto definitivamente en el populismo, ha sido responsable de crear incertidumbre e inseguridad jurídica en la economía española con sus actuaciones populistas, caprichosas y demagogas, amén de electoralistas.

La intromisión en las decisiones empresariales, su última decisión de entrar en el capital de Telefónica, los impuestos creados de manera populista contra banca y energéticas y las múltiples trabas generan desconfianza e incertidumbre, por no hablar del intento de poner barreras de salida a Ferrovial en su momento, que constituyen siempre la principal barrera de entrada, que disuade a quien estaba pensando invertir en España.

Ni España necesita más impuestos -y menos, populistas-; ni el Estado tiene que estar en Telefónica, cuya presencia sólo puede perjudicar la buena marcha de la compañía, además de costarle más de 2.000 millones de euros a los contribuyentes españoles; ni debe decirle a ninguna compañía dónde debe producir o tener su sede; ni debe poner obstáculos a la actividad empresarial, porque todo ello sólo nos lleva a una merma de la actividad económica y, con ello, del empleo. Este Gobierno no se caracteriza por su gestión para atraer inversiones, sino que practica una suerte de nacionalismo económico, siempre fracasado, pero más cuando vivimos en un mundo global, en el que la competitividad es clave, siendo, por ello, necesario ofrecer las mayores facilidades para poder ser atractivos como destino empresarial, porque detrás se encuentra la generación de riqueza y de puestos de trabajo, es decir, de prosperidad.

Ese ejemplo de expulsión de inversores y freno a la inversión extranjera nueva que supone la política económica equivocada de Sánchez, lo vemos en los últimos datos de inversión extranjera: cae un 19,2% interanual en el IIITR-2023, equivalente a 1.443,6 millones de euros menos, quedándose en 6.070,4 millones de euros. Si analizamos el acumulado del año, todavía cae más, un 23,3%, quedándose en 18.303,8 millones de euros, equivalente a un retroceso de 5.571,4 millones. Es más, constituye el peor tercer trimestre desde 2020, en plenas restricciones derivadas de la pandemia.

Sánchez ha debilitado muchísimo a la economía, que sólo se ha mantenido en pie gracias al gasto público desplegado, pero que ha anestesiado a la actividad económica. Su impronta económica será, sin duda, recordada, pero como el actor económico que restó posibilidades al crecimiento sostenible de la economía española, que ahuyentó inversiones y que trató de interferir en las decisiones empresariales.

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