El salario mínimo sí destruye empleo
La izquierda ha corrido a celebrar la concesión del Premio Nobel de Economía de este año a David Card, galardón que ha merecido por el trabajo de su carrera en torno al estudio profundo del mercado laboral. Dentro de ese estudio amplio, investigó la influencia de la subida del salario mínimo en Nueva Jersey en un momento concreto de la década de los años noventa del siglo XX, para concluir que no destruyó empleo.
Con ello, la izquierda, amante de la subida del salario mínimo, ha argumentado que, por tanto, queda demostrado que subir el salario mínimo no disminuye el número de puestos de trabajo. Nada de eso.
En primer lugar, el profesor Card lo ha explicado en más de una ocasión: su estudio se circunscribe a una subida concreta y delimitada del salario mínimo en un sitio con escasa tasa de desempleo en el momento del incremento, donde había muchas multinacionales que, en muchos casos, pagaban salarios por encima del mínimo, con lo que no tenía efecto, porque cuando un precio mínimo, como es el del salario, se establece por debajo del precio de mercado, no tiene incidencia porque, en la realidad, no se aplica.
Es obvio, como el propio Card ha señalado en alguna otra ocasión, que si el salario mínimo sube y está muy por encima del de mercado para un sector o segmento profesional o capacitación, puede, perfectamente, incrementarse el desempleo, especialmente en una economía con un tejido productivo basado en mucha pequeña y mediana empresa -como la española y la del conjunto de Europa, por ejemplo, donde hay un 95% de pymes-. Ese deterioro puede ser todavía mayor si nos encontramos en una economía con una importante economía sumergida y con una ralentización de su actividad económica y altas tasas de desempleo.
Es más, las subidas aplicadas por el Gobierno, especialmente la del incremento del 22,3% de 2019 destruyó empleo, que ha sido hasta cuantificado por el Banco de España, el FMI o la Comisión Europea, por ejemplo. La Comisión Europea llegó a decir que dicho incremento del salario mínimo pudo impedir la creación de 70.000 puestos de trabajo, cifra que el Banco de España elevó recientemente, al establecer una horquilla de entre 78.000 y 143.000 puestos de trabajo que se dejaron de crear sólo por la subida del salario mínimo un 22,3% en 2019; por tanto, las subidas posteriores y la última aplicada por Sánchez ahondarán en el efecto negativo sobre la actividad económica y el empleo.
Dentro de esta medida, los más perjudicados van a ser los laboralmente más débiles. Hay provincias o regiones, como Madrid, donde tendrá un efecto menor, por el mayor nivel salarial ya existente, aunque también se verá perjudicada su economía por esta medida, pero hay otros lugares, provincias o regiones donde el coste salarial y laboral son menores, donde el tipo de trabajo tiene una menor remuneración por su aportación al valor añadido que genera, que puede hundir la actividad en dichos lugares. En cuanto a las personas, por segmentos, las menos cualificadas se verán expulsadas del mercado de trabajo, por no ser capaces, con su trabajo, de crear suficiente valor para cubrir su coste laboral más el margen necesario que necesita la empresa para poder continuar con su actividad, o se verán arrastradas a la lacra de la economía sumergida, que hay que erradicar y perseguir, pero que, con esta medida, podría incentivar el Gobierno, donde aumentaría el fraude, perderían derechos los trabajadores, se recaudaría menos, tanto en impuestos como en cotizaciones a la Seguridad Social, y se incrementaría el gasto, pues aumentaría el número de prestaciones por desempleo.
En ese grupo se encuadran muchos jóvenes, que con una tasa de paro del 40% recibirán la puntilla en su horizonte laboral con una barrera como la del salario mínimo, que aumenta los costes de su contratación, eliminando muchos potenciales puestos de trabajo y dejándoles, por tanto, en una precariedad mayor: sin empleo y sin esperanza de encontrarlo.
Es decir, como en la investigación de Nueva Jersey, no afectará tanto en Madrid, donde los salarios, en una gran mayoría, están por encima del salario mínimo, hay menos economía sumergida y hay un conjunto de multinacionales importante, que hace que la retribución esté por encima, con lo que al quedar el precio mínimo por debajo del precio de mercado, no aplica. Sin embargo, sí que tendrá aplicación en los lugares de España con una cualificación menor, que devuelve salarios menores, de manera que ahí incrementará el desempleo -o impedirá que se crean nuevos puestos de trabajo, de manera importante.
Por tanto, el salario mínimo sí que puede destruir -y destruye habitualmente- empleo. Decir lo contrario significa no decir la verdad, y emplear aisladamente un caso concreto con unas características singulares para, a partir de esa excepción que confirma la regla, negar la evidencia causa-efecto general, es carecer de rigor académico y emplear el trabajo brillante y riguroso de un Premio Nobel para desnaturalizarlo políticamente, empleándolo de manera torticera y falsa.