El Rey no puede defenderse

El Rey no puede defenderse

¿O sí? ¿O no? Empezaré por la segunda interrogante. Esta misma semana transcurrida, los tóxicos filtradores de la Moncloa al mando del gurucillo Redondo se han ocupado abiertamente de difundir esta especie: “La defensa que ha hecho el presidente de la Monarquía constitucional ha estado previamente acordada con Pablo Casado”. Bien: es mentira. Al menos eso es lo que afirma con total rotundidad un portavoz autorizado del Partido Popular: “Pablo no ha hablado con Sánchez de eso”. La nefanda especie patrocinada por los pozos de La Moncloa estaba sin embargo bien girada, trataba de decolorar la agresión sistemática que el socio de Sánchez, Podemos y su pandilla leninista están perpetrando contra Felipe VI y por extensión contra la propia institución de la Corona. Era algo como lo siguiente: “Lo de ‘estos’ es puro fuego de artificio, el Gobierno apoya la Monarquía”. Sí: no hay más que ver Televisión Española. Han pasado estos días y la gente más avezada piensa, con toda la razón, que de Sánchez, y menos aún de su palabra, hay que fiarse ni un pelo. Fíjense: el vídeo más celebrado ahora mismo es uno en el que aparece Sánchez más solemne que nunca, que ya es decir, afirmando, sin rojez alguna: “Mis padres me enseñaron que lo más importante es sostener la palabra”. A continuación, el famoso “cuñao” del Loco de la Colina, se estremece con una carcajada estruendosa que contagia a su interlocutor. Es, podemos decirlo, así, la risa de España.

Y, ¡qué decir!: en el puesto y la circunstancia del actual Rey de España, el cronista tampoco confiaría en los desahogos cínicos de su eventual presidente. Hay noticias ciertas de que éste, en algún despacho con el Monarca, le ha intentado engatusar más que tranquilizar con esta confesión: “Por mí, usted no se preocupe ¿eh?”. La frase se acerca mucho a la realidad de lo que ha podido ser una conversación reciente, pero lo cierto es que tras su sonido no existe un ápice de seguridad. En La Zarzuela lo saben, pero no lo manifiestan porque al Rey no hay quién le defienda; es más, el propio Rey no puede defenderse. Además, también con procedencia en la ‘factoría de falsedades Redondo’, se está distribuyendo en estas mismas fechas otra segunda especie: “Pasados los Presupuestos todo será de otra manera y Sánchez embridará a Iglesias”. Falso otra vez, coloquialmente: tururú con acento en la ú. ¿Una muestra? El mismo día en que Sánchez aparecía en las televisiones, prometiendo su fe en la Monarquía, desde uno de estos canales, el más suyo, Televisión Española, se sugería que los dos palacios, La Zarzuela y La Moncloa estaban negociando la forma de retirar a Don Juan Carlos I el título de Rey. La Zarzuela, según fuentes ciertas, mostró su extrañeza, su medida irritación a algún capitoste de la televisión de Mateo, pero no ha tenido otro remedio que tragarse el marrón. Como si no lo desmintiera del todo.

El Rey no puede defenderse. ¿O sí? preguntaba inicialmente en esta crónica. Pues podría ser que, de pronto y milagrosamente, los tres o cuatro partidos que se declaran “constitucionales” (los demás claramente no lo son) acordaran una defensa conjunta de la Corona en la Persona del Rey Felipe VI, de la Corona, una institución útil al margen de los desvaríos e irregularidades, tan nucleares como ininteligibles, del anterior protagonista.  Pero esta defensa de acordeón digamos, es sólo una ilusión imposible, aunque en tal estado de cosas, resultaría imprescindible. A este grupo debería sumarse el PNV, ¿o es que ya no se acuerda de aquel famoso ‘Pacto Foral’? aquel pacto con la Corona que propuso Arzallus en su discurso del Parlamento sobre los derechos de su territorio El Pacto era sencillo: “Nosotros nos apostamos junto a la Corona siempre y cuando ésta acepte una personalidad jurídica vasca con competencias en todo menos en Defensa, Política Exterior o Moneda”. Es decir, lo que el País Vasco ya tiene adjudicado. Pero ahora se alinea con los republicanos que pretenden barrenar la Corona y que celebran la eutanasia. ¿Ellos, un partido tan adjunto siempre a la doctrina de la Iglesia Católica? Son estos peneuvistas del momento unos muchachos berrendos e ignorantes. O desmemoriados.

El Rey no puede defenderse y, además, ya se ve que sólo unos pocos están dispuestos a defenderle. Los demás están tirados mordiendo la carótida del Monarca. Él es, seguro, el único español que está desamparado ante la Ley. ¿Ven ustedes como la Ley no es igual para todos? Es de esperar que esta Navidad, cuando de nuevo ofrezca su visión de España en el Mensaje acostumbrado, nos depare alguna pista de cómo encuentra él la situación que padecemos. No parece que vaya a hablar directamente de los problemas de su padre, aunque se espera alguna mención oblicua; sería quizá el peaje imprescindible para acrisolar aún más su ejemplaridad. El Rey Felipe está solo, ni siquiera guarda contactos con su progenitor. Sólo está, que es como le quiere tener, bien atenazado, su presidente del Gobierno.

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