La reputación del Highlands no se salva escurriendo el bulto

La dimisión del director del Colegio Highlands El Encinar de la Moraleja -donde trabajaba el cura Marcelino de Andrés, acusado de agresión sexual a cinco alumnas menores de seis años- se produce en un momento en el que las dudas sobre el papel desempeñado por el centro educativo crecen y -como ha afirmado su hasta ahora máximo responsable- han «causado desconfianza en nuestra institución». La desconfianza, en todo caso, trae consecuencia, en parte, por las sospechas de no pocos padres de que el colegio trató de tapar o soslayar los actos del sacerdote y porque, una vez estallado el caso, no ha obrado con la contundencia que requiere una situación de enorme gravedad como la acontecida. Por tanto, la desconfianza es la respuesta lógica de numerosas familias que no se han sentido satisfechas con las explicaciones del colegio y que, como denuncian unos padres a OKDIARIO, tienen la sensación de que la institución se ha preocupado más por salvar su reputación que de despejar todos los interrogantes que rodean al caso.
En situaciones como ésta no cabe otra respuesta que la de aclarar la más mínima sospecha y no tratar de escurrir el bulto, porque la reputación del Highlands no se salva sin asumir su responsabilidad -en la parte que le toque, que lo dirimirán los tribunales- en los hechos. Lo que hay que aclarar es si el colegio estaba al tanto de las agresiones sexuales cometidas por el cura y si trató de encubrirlas para no verse afectado por las dimisiones de un escándalo que no amaina, en parte porque la respuesta del centro ha sido a todas luces insuficiente. Hay que abrir de par en par las ventanas del colegio para que la verdad salga sin cortapisas. Lo otro, encerrarse y ponerse de canto esperando que pase la tormenta es la peor solución, porque, como ha afirmado el dimisionario director, la desconfianza sigue creciendo entre los padres.