Como la televisión de un Estado totalitario

Como la televisión de un Estado totalitario

Hace tiempo que TV3 dejó de ser la cadena pública de todos los catalanes. Su dinámica se limita a una servidumbre propagandística más propia de un pequeño régimen totalitario que de una sociedad democrática. Una manera de insultar la inteligencia de su audiencia y de malgastar el dinero de los contribuyentes. La financiación pública que recibe la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) sirve como altavoz a los nacionalistas y de principal plataforma mediática para el Fútbol Club Barcelona. Ambos aspectos, muy relacionados entre sí. El apoyo al Barcelona se completa, además, con una obsesión por el Real Madrid que les hace sobrepasar la barrera del ridículo una y otra vez. Decía el genio argentino Jorge Luis Borges que el absurdo es «el ejercicio de la minucia». Desgraciadamente para los catalanes, ésa es la constante en las diferentes programaciones del ente público.

La última ocurrencia ha sido tratar de desacreditar la temporada imperial de Cristiano Ronaldo a base de borrarle sus abdominales. Tanto han manipulado su foto que incluso lo han dejado sin ombligo. Ese tipo de recursos, propios del NO-DO durante la época de Franco, es tan grotesco que no llega si quiera a la categoría de manipulación. No obstante, sirve para ejemplificar hasta qué punto este medio ha perdido cualquier atisbo de congruencia. Más allá de que el argumento de la inoperancia de Cristiano Ronaldo sea falaz —que lo es— subyace la peligrosa tendencia por la mentira y la tergiversación en este canal autonómico.

Un modus operandi que, desgraciadamente, se extrapola a temas de tanta importancia y calado como la economía o la política. En los últimos meses, por ejemplo, la periodista Empar Moliner llegó a quemar en directo un ejemplar de la Constitución sin más consecuencia que la chanza compartida entre los directivos del canal. TV3, teledirigida por los independentistas, está empeñada en erigirse en la avanzadilla manipuladora que trate de destruir todo aquello que une a España con una comunidad autónoma capital como Cataluña. Mientras tanto, demuestran día a día que su capacidad para hacer el ridículo es tan infinita como el propio universo.

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