Repugnante homofobia
El caso de homofobia en el seno de Seguros Santalucía es un ejemplo más de una lacra que no cesa. Más allá de las reivindicaciones festivas que colonizan las calles de Madrid en estos días —se esperan más de tres millones de asistentes al World Pride 2017— hay que recordar que durante el pasado año hubo 239 agresiones homófobas en España. Una violencia tanto física como verbal que aún hoy es un tema tabú y que en muchas ocasiones ni siquiera llega a ser denunciada. De ahí que, para avanzar en la lucha contra la discriminación sexual, sea fundamental el testimonio de valientes como J. Nicolás Ferrando. Resulta inaceptable que en pleno siglo XXI la vida privada y profesional de muchas personas aún se vea subyugada por hechos como el que relata este comercial de seguros: «Un director de Santalucía me llamó maricón y me acusó de acostarme con clientes para cerrar pólizas».
Políticos y jueces deben asegurarse de que se cumple a rajatabla el artículo 14 de la Constitución: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». Sólo así conseguiremos una sociedad digna del tiempo en el que vivimos y de la evolución ética que se le presupone, ya que homosexualidad y heterosexualidad son igual de naturales. Por eso, acosos como el que ha sufrido J. Nicolás Ferrando tienen que formar parte del pasado antes que después. En una sociedad que mira al futuro no caben expresiones como «maricón de mierda» o «la vedette de la oficina». Cada uno puede vivir y sentir su vida privada como crea oportuno y con total libertad sin que ello sea motivo de persecución o estigma. Como bien apunta Nicolás Ferrando, este tipo de insultos no son «gracietas» sino auténticas expresiones de odio que, además, están tipificadas en el Código Penal. Las fiestas están bien y sirven para dar visibilidad al problema. No obstante, es el trabajo riguroso de políticos y jueces el que debe acabar con la repugnante homofobia. Aún queda mucho por hacer.