Una rebaja de tipos de la zona euro excesivamente acelerada
El BCE ha vuelto a bajar la semana pasada los tipos de interés, dejándolos en el 3,25%, tras rebajar otros 25 puntos básicos, basándose en una desaceleración de la economía europea y una moderación de los incrementos inflacionistas. Esto lo hace tras haber bajado en septiembre los tipos, cuando, además lo hizo, en realidad, de manera doble, ya que a la bajada formal de veinticinco puntos básicos, le sumó otra adicional de 35 puntos básicos, al cambiar su tipo de referencia como guía de la política monetaria, pasando de tomar como referencia los tipos ligados a las principales operaciones de financiación al elegir como referencia el tipo marginal de depósito, tal y como voy a analizar a continuación.
Este cambio lo realizó porque como no ha retirado suficiente liquidez tenía que remunerar la liquidez que colocaban los bancos, al tiempo que no terminaba de retirarse la liquidez, que es lo que persigue con la PM restrictiva. Por eso, la gran asignatura pendiente del BCE es reducir su balance y disminuir, así, la cantidad del dinero del sistema, cosa que no ha hecho suficientemente y ahora tiene que reajustar sus tipos de guía de la política monetaria para que casen con la abundante liquidez que sigue habiendo en el mercado, que de no retirarse puede ser el caldo de cultivo de un nuevo rebrote inflacionista.
En su nueva bajada de octubre, parece que el BCE se ha basado más en el miedo a una desaceleración económica -tras la bajada de previsiones económicas para la zona euro que hizo en septiembre-, que le ha podido frenar en una clara reducción de su balance, que era necesaria pero que no ha hecho, optando por modificar tipos, que en la evolución de los precios, pues la subyacente todavía se mantiene fuerte y la inflación de servicios sigue muy elevada.
El BCE está acelerando en su rebaja de tipos. Es obvio que debe tratar de que la economía no colapse debido a la política monetaria, pero un uso mal entendido de esa máxima puede llevar a la imprudencia de una bajada rápida que provoque un brote inflacionista, cosa que sería tremendamente perjudicial para la economía.
El BCE no debe olvidar cuál es su único objetivo, que es velar por la estabilidad de precios, no por ningún otro, y que su retardo interno en esta ola inflacionista -que negó durante mucho tiempo, hasta que ya fue demasiado tarde- provocó un enquistamiento de la inflación y la necesidad de una política monetaria restrictiva más profunda y duradera que si hubiese reaccionado antes. Esperemos que aprenda del error, pero la liquidez sigue siendo excesiva, por mucho que se traten de adaptar los tipos de guía de la política monetaria a esa liquidez no retirada.