Raíces profundas

Creo que la vinculación, más que la simple proximidad, de los antiguos jugadores de cualquier equipo con su club debería constituir un cuerpo sólido con participación activa en la dinámica del mismo. No me refiero a las agrupaciones de veteranos que celebran sus comidas navideñas, atienden u organizan partidos benéficos o son invitados particularmente a los aniversarios de algunas peñas. Por descontado que todos deberían tener la consideración de abonados y disponer de su asiento gratuito pero, además, actuar como grupos de opinión en cuanto a las actuaciones ejecutivas en el ámbito deportivo. Una especie de senado o congreso consultivos.

El Mallorca ha dado un tímido paso en este sentido al contar con Gustavo Siviero al frente del filial y Aritz Aduriz en la dirección deportiva. Junto a la Asociación ahora presidida por «Chichi» Soler, también se reúnen los inscritos en torno al movimiento Mallorca Legends, ignoro si en paralelo una con los otros o en perpendicular. No obstante si sé que, de ejecutivos para arriba, los accionistas en primer lugar, no se incuba nada parecido para constituir una verdadera familia mallorquinista coherente con sus raíces e historia que, pase lo que pase, no cambiarán de dueños vengan estos de donde vengan.

Ha confeccionado como simple ejercicio de memoria, una relación de ex futbolistas que jugaron en el primer equipo y se han quedado a residir en la Isla después de terminar sus respectivas carreras. Muchos de ellos se han hecho ya mallorquines de adopción y otros pasan al menos largas temporadas aquí, lo cual no excluye de la idea a los nativos ya retirados. Riado, Mallo, Sahuquillo, Barrera, Stankovic, Doni, Iván Campo, Dorado, Milojevic, Matamoros, Siviero, Miquel Soler, Leo Franco, Marcelino, Gallardo, Aduriz, Varela, Webó, Finidi, Scaloni, Ibagaza, Nunes, Engonga, Trobiani, Orejuela…….seguro que me dejo alguno, sin olvidar a técnicos tal cual Héctor Cúper.

Estoy convencido de que, entre todos, los de esta breve lista, los que me he dejado y los canteranos, conformarían con el club y sus aficionados, un Mallorca mucho más grande y fuerte. Seguramente una utopía, pero nunca es tarde.