Al PSOE se le rompe a pedazos su careta feminista
Que el PSOE, como informa OKDIARIO, rechazara en su último Congreso endurecer sus protocolos internos contra el acoso sexual puede responder a dos razones: que se creyeran el epítome del feminismo o que supieran que si se ponían duros la cosa terminaría como está terminando. Con una cascada interminable de casos -el último, el que afecta al número dos de Valencia, Toni González-. Lo cierto es que sería estúpido pensar que el rosario de presuntas agresiones sexuales en el seno del PSOE sea fruto de la casualidad. Más bien parece que, en plena descomposición del partido por la corrupción, asistimos a una impagable guerra fratricida -fuego amigo- que cursa a la vez que la UCO acorrala al socialismo. La suma de ambas corrupciones -la material, el puro saqueo, y la moral, la que revela la nula catadura ética de una formación donde emergen a diario conductas depravadas- es letal y, en esencia, marca los estertores del sanchismo.
Un partido que se erigió en guardián exclusivo de las esencias feministas se está desangrando por su frente más presuntuoso, ese que durante exhibieron con impostado orgullo. Ha bastado que los casos de acoso sexual afloraran tras años escondiéndolos para que al PSOE se le caiga de cuajo la careta feminista, pues lo más grave -tanto como los propios casos- es que Moncloa y Ferraz actuaron como encubridores de un delito. ¿Habrían saltado todos estos casos si el sanchismo no estuviera rodeado por la corrupción? Seguramente, no, porque una cosa conduce inexorablemente a la otra. El hecho de que sea fuego amigo por supuesto que no resta gravedad a los casos de agresión sexual, pero sirve para contextualizar lo que está ocurriendo en un partido que parece estar inmerso en el clásico ‘sálvese quien pueda’. El sanchismo se cae a pedazos y ver a Tezanos tratando de mantener al jefe manipulando groseramente las encuestas del CIS provoca melancolía.