¡Qué Gobierno de farsantes y gafes!
Los gobernantes débiles por ineptos como Sánchez se sostienen en el poder con acciones arbitrarias e impopulares, impuestas contra la voluntad democrática de la mayoría. El hoy presidente sigue al pie de la letra los zafios consejos del leninista Iglesias porque mañana quiere ser dictador con tal de eternizarse en la Moncloa. En fin, que nos gobierna un títere cuyos hilos los maneja a su antojo el viejo pirata y nuevo millonario de Galapagar. En eso consiste la coalición sellada por tales desaprensivos. Se nutren el uno del otro y juntos dinamitan las instituciones para apoderarse del Estado. Proceder que emula el de otros personajes dañinos de cualquier época pasada o actual.
La hemeroteca ridiculiza al maniquí y al del moño, dejándoles como tremendos hipócritas. La lógica racional de los liberales logró hacer mella en la ficticia popularidad de dichos demagogos. Basta citar a quienes, con inteligencia y sabiduría, se mofan de ellos: “Cuando el Gobierno no sabe qué hacer, que es casi siempre, asalta las ruinas de la Justicia” (Federico Jiménez Losantos). “Las fuerzas del absurdo se transformaron en fuerzas políticas y avanzaron más durante la pandemia” (Raúl del Pozo). Este demencial Gobierno de farsantes y gafes unidos, hace y deshace lo que le viene en gana y se pasa por el forro los controles parlamentarios y la Constitución. Y así nos va…
¡Qué Gobierno de farsantes y gafes nos ha tocado en la rifa de 2021! El presidente, en su afán de predecir cosas irreales, ha multiplicado por 50 el riesgo de contagio desde que dio por “vencido” al virus. Auguró un clima cálido para nuestra nación y llegó la gran nevada. Cedió la verja de Gibraltar y hasta los macacos del Peñón se ríen de nosotros. Y otro que tal baila, el vicepresidente de coña, que juraba tener domados a los separatistas, ahora ve que se le suben a la chepa, mientras a su pareja la bajan de la parra por las idioteces que dice. Es la era de la “nueva anormalidad”, el tiempo en que florecen los vagos que cuadruplican el gasto, sin resolver nada de nada, pues los socialmarxistas andan muy atareados en vaciar las arcas del Estado.
No salimos de una desgracia cuando estos desalmados nos meten en otra peor. Salvo Calviño y Robles, ministras que merecen medallas de oro, la primera por cuidar lo que queda de nuestra economía y, la segunda, por defender al Ejército, el resto del Ejecutivo no merece ni una chapa de hojalata de las que cuelgan en los chorizos. Con la excepción de las ministras citadas, los demás deberían dimitir para darnos, al menos, una alegría.
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