Las promesas están para cumplirlas

Las promesas están para cumplirlas

El corazón de Madrid no puede ni debe convertirse en un decorado historicista para mayor gusto de tecnócratas bruselenses y de esa izquierda chic que vive en La Moraleja o Pozuelo. Mal precedente estaríamos sentando para la calidad de nuestra democracia si 12 minoritarios piquetes de radicales lograsen revertir un resultado abrumador expresado en las urnas. Sí, los madrileños votaron centroderecha para la eliminación –entre otras cosas– de Madrid Central. La improvisación de última hora y la falta de consenso con la que se impuso esta medida ha dificultado enormemente el acceso a las 472 hectáreas que conforman el centro de la capital de España y ha puesto en peligro 5.000 empresas y 30.000 puestos de trabajo. Para colmo, lejos de revertir el consumo de coche, en realidad ha producido un aumento de tráfico, por lo cual ha crecido la contaminación.

Madrid central se ha revelado como una ocurrencia autoritaria, empobrecedora y contaminante, dañina para el medioambiente. El sentido común dicta que deber ser eliminado cuanto antes, y el compromiso de los partidos de centroderecha en campaña –especialmente PP y Vox– ha sido ese; eliminarlo. Del mismo modo, en Ciudadanos, cuando aún gobernaba Manuela Carmena, se mostraron muy críticos con la medida. No es para menos, dado que las restricciones, a parte de originar un caos circulatorio, como decimos no dieron resultado en la bajada de la emisión de gases contaminantes. De hecho, en el promedio de los barrios limítrofes ha generado un temido efecto frontera que aumenta las emisiones contaminantes un 16%, mientras que en la zona objeto de la prohibición la contaminación sólo se redujo un 3,7%.

El respeto a los votantes, y el respeto a la propia ciudad de Madrid, incluido de forma muy especial su medioambiente, aconseja que Madrid Central debe ser eliminado cuanto antes. El radicalismo de Carmena tiene que ser cuanto antes un mal recuerdo del pasado, incluido su oneroso sistema de multas. Sólo cuando la urbe recupere el sosiego podrán acometerse las mejoras oportunas en aras del interés general. Antes hay que volver a la normalidad.

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