Primero los más pobres… aunque sean blancos y españoles
El líder del PP salió de su reunión con el presidente del Gobierno hablando de un Plan Marshall en África como solución para combatir la inmigración ilegal. El presidente del Gobierno le dio la razón la misma tarde de la entrevista. Se ve que ambos disponen de ingentes cantidades de dinero que destinar a esos países donde el efecto que producirá será el de hacer ricos a unos cuantos líderes políticos, además de lo que buenamente afanaren los múltiples intermediarios que aprovechan cada ocasión para engordar su faltriquera. Porque, sin duda, África es ejemplo de estados desarrollados, con controles de gasto donde es imposible que ocurra lo que en nuestro país, que hasta las ayudas por catástrofes para ciudadanos de otros países, o destinada a niños enfermos, se queda en los bolsillos de algunos de los muchos corruptos miserables que han crecido como hongos parasitando nuestras instituciones.
Sería un error más de gasto inútil de España y del resto de países de la UE. España tiene una situación de deuda y unos parámetros de pobreza que no se puede permitir ningún dispendio. Trece millones de personas residentes aquí están en el umbral de la pobreza. El INE, Instituto Nacional de Estadísticas, decía en abril pasado que 4.687.400 ancianos viven solos en España. Más de la mitad malviven, muchos enfermos, y pasan semanas sin hablar con nadie. Llaman a servicios de asistencia sin razón sólo para tener una mínima conversación y que los visiten. Se calcula que el 50% de ellos están en riesgo de pobreza —no pueden hacer frente a un imprevisto, ni tomar una semana de vacaciones, y muchos de ellos padecen pobreza energética—.
Según un estudio de UNICEF de 2015, España es el tercer país en pobreza infantil de la UE tras Rumanía y Grecia, con un 40% de niños tanto en pobreza relativa como en “pobreza anclada”. Según la Contabilidad Nacional Anual de España a la que se remite UNICEF, entre 2009 y 2015 la inversión en protección social en familias e infancias se redujo en 11.500 millones de euros. Si trasladamos esos datos al presente, según Eurostat, una familia de dos adultos y dos menores que ingresan menos de 40 euros al día —unos 1.200 euros al mes— estarían en riesgo de pobreza. En nuestro país 3 de cada 10 niños están en dicho umbral y por ello somos el segundo país de la Unión Europea con una tasa de pobreza relativa más alta (29,9) solo por detrás de Rumania (34,6), seguidos de cerca por Bulgaria (28,2) y Grecia (26,9). En esta situación solo es políticamente responsable y solidario atraer inmigrantes legales que sumen riqueza y no ilegales, que resten.
¿Les parece poca razón para preparar un Plan España y ayudar a ancianos, niños, jóvenes, parados de larga duración? ¿Están estos colectivos en mejor situación, menos necesitados de ayuda, que jóvenes que llegan a España ilegalmente, con 20 años, un teléfono móvil y 3.000 euros en el bolsillo? Miren a Polonia, Estados Unidos, Hungría, Italia, Australia, a los socialistas en Alemania, Brexit, Francia… y entiendan que, si siguen manteniendo políticas discriminatorias para los nativos y su pobreza respecto a otras personas por ser de otro color, religión o nación, por mucho que se descalifique como racistas y xenófobos a quienes no coinciden con el discurso hipócrita e inmoral impuesto por una clase política sin rumbo presuntamente progresista, vendrán partidos con políticas mucho más duras contra la inmigración llevados al Gobierno por el voto de los pobres. Aunque sean blancos y españoles, los más pobres primero.