Los presupuestos que España necesita

Los presupuestos que España necesita

Hace unos días hablábamos de las reformas que España necesita para poder recuperar de manera rápida, robusta y estructural un crecimiento económico que permita recobrar el volumen de empleo anterior al impacto de la crisis del coronavirus y poner las bases para un incremento todavía mayor que el que se habría producido incluso sin la crisis sanitaria, pues la economía ya se ralentizaba de manera importante desde finales de 2018.

Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) son la herramienta que permite orientar y ejecutar la política económica en su parte de política fiscal, esencial para conformar la estructura de una economía, con lo que son los cimientos sobre los que se asentará un crecimiento sano o sobre los que languidecerán la economía y el empleo si lo contenido en los presupuestos es desacertado.

Hasta ahora, y analizando los últimos presupuestos presentados por el Gobierno, que son los que le fueron devueltos al Ejecutivo en febrero de 2019 al aprobarse la enmienda a la totalidad -de devolución- al proyecto gubernamental, no es ese tipo de cuentas públicas el que necesita la economía española, pues contenían un incremento muy importante de gasto público y unas propuestas de subidas de impuestos que desincentivarían la actividad económica y el empleo, al tiempo que al fomentar dicha ralentización económica no se reduciría el déficit de manera rápida y la deuda no descendería sobre el PIB de forma más desacelerada.

Pues bien, si entonces no eran convenientes dichos PGE, ahora unos similares lo serían menos, pues el gasto ya se encuentra en unos niveles excesivamente altos, el déficit se va a ir por encima del 10% y la deuda ascenderá cerca del 125% ,al tiempo que una subida de impuestos ahora sólo contribuiría a frenar aún más la actividad económica. Ni siquiera un keynesiano se atrevería a subir los impuestos en estos momentos, con una caída del PIB posiblemente de doble dígito, pues esa política fiscal contractiva mermaría la potencia de la recuperación para 2021 y los siguientes ejercicios.

Sin embargo, todo apunta a que el deseo del Gobierno es reforzar determinadas partidas de gasto, como hemos visto que ya ha comenzado a hacer con el ingreso mínimo vital, sin ajustar otras partidas, ajuste que es necesario aunque sólo sea por el juego de los estabilizadores automáticos, que en 2021 todavía operarán con cierta fuerza y que tensarán el gasto hacia arriba por incremento del número de prestaciones por desempleo y por caída de la recaudación ligada al descenso de la actividad económica.

De la misma manera, el Gobierno insiste en recuperar su batería de subidas de impuestos, que frenará más la economía, perdiendo una oportunidad enorme para impulsar con fuerza la recuperación: desde el incremento en varios puntos en el IRPF, hasta el establecimiento de un tipo mínimo efectivo del 15% (18% para la banca) en Sociedades, o las famosas -y mal llamadas- tasas Tobin y Google, por poner unos ejemplos.

La economía española necesita todo lo contrario: precisa no subir ningún impuesto e incluso bajar el de Sociedades, para atraer inversiones y, con ello, generar actividad económica y empleo. Bien es cierto que paralelamente es preciso que el Gobierno genere seguridad, certidumbre y confianza, que es algo que también podría conseguir con una política económica ortodoxa.

Deberían ser unos PGE en los que, además, se diese ejemplo eliminando todo gasto innecesario y no cayendo en veleidades y tentaciones expansivas de gasto estructural, porque se le enviaría, así, un mensaje muy claro a la Unión Europea, que lo vería con buenos ojos y que comprendería que España no necesitaría la tutela de nadie en sus cuentas y ajustes, porque es capaz de hacerlo ella sola.

Lamentablemente, de momento parece que la parte radical y populista del Gobierno -todo Podemos y parte del PSOE- parece que va ganando. No sabemos bien qué hará Sánchez al final -probablemente, lo que crea que le va a venir mejor a él personalmente; de momento, se ha mostrado más receptivo hacia esa parte populista del Ejecutivo, lo cual es mala noticia-, pero esperemos que Calviño pueda imponer esa política económica ortodoxa que necesita España, tanto si consigue presidir el Eurogrupo como si no lo consigue. Sólo hay una receta posible, que contiene reformas estructurales de calado, ajuste del gasto y mantenimiento y, cuando se pueda, reducción de impuestos, nunca subida de los mismos. Tenemos que convencernos todos de que no podemos seguir instalados en un gasto que no podemos pagar, y que es mejor ajustar nosotros, donde podremos priorizar y salvar el grueso de nuestros servicios, que esperar a que vengan a ajustárnoslo, cuando el recorte, por el tiempo que se habría perdido, sería mucho mayor y en cuestiones muy sensibles, como las pensiones o el sueldo y número de empleados públicos.

España se juega mucho y esos presupuestos van a ser muy importantes. Ahora bien, Sánchez no puede pedir el apoyo al PP para que los apoye si la línea del Gobierno es elaborar unas cuentas públicas nocivas para la economía y el empleo. Sólo hay un camino viable, que es el regreso a la ortodoxia económica por parte del PSOE, no sólo para que otros grupos pudiesen plantearse el apoyo a los PGE, sino porque sólo desde la ortodoxia podrá España salir adelante. Desgraciadamente, con Podemos en el Gobierno todo ello se antoja difícil.

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