¿Podemos llamarlo ya régimen?
Al cierre de este artículo, el PSOE controla: el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el CNI, el CIS, AENA, RENFE, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia, el Tribunal de Cuentas, Red Eléctrica, el INE, Indra, Hispasat, Correos, Paradores, la Agencia EFE y RTVE. Hablamos de empresas e instituciones públicas cuya dirección corresponde a recientes ministros y directores generales socialistas bajo gobiernos de Sànchez (y Zapatero), pero también a secretarios de Estado, responsables de programas y estudios del PSOE y hasta maridos y familiares de vicepresidentas y ministras.
Así se construye una dictadura. Silenciosa, porque cuenta con la callada social y mediática de la mitad de la población, cuya supervivencia depende de que el PSOE siga en el Gobierno. Y descarada, pues no se esconden a la hora de asaltar lo público, señalar a la oposición y al discrepante y censurar lo que no les gusta, alterando el orden lógico de las cosas, esto es, de la razón y las leyes.
Tienen colocados a los suyos y los de más allá. Han enchufado a amigos y conocidos, y hasta a conocidos de sus conocidos. Nada se decide en España sin que el PSOE lo sepa, decida e instigue. Si a todo ello le sumamos ministerios, todos trabajando y dependientes de lo que dicte Hacienda, casa de socorro y saqueo popular, imaginen el apabullante grado de control existente. Hay dictaduras en la historia con menos poder institucional que el que tiene el PSOE en la España actual. Sólo queda sin pasar por el cortijo bolivariano socialista el Tribunal Supremo y algunos medios de comunicación, que aún resisten en su menguada libertad e independencia.
Es difícil no llamar régimen a algo que funciona como un régimen, legisla como un régimen, opina como un régimen y actúa como un régimen. El PSOE ya respira como un partido único y en España, poseer el carnet socialista te proporciona ventajas infinitas, desde parasitar en un ente público hasta evitar la cárcel o desviar dinero a paraísos fiscales. Todo se consiente y perdona en nombre del progresismo. La penúltima bolivarianada de la autocracia que nos hemos dado será expropiar el sueldo a los que producen para mantener el cortijo de voto y sostener a todos los parásitos del socialismo que viven del Estado. Un 1% será sustraído a partir del 2025 de todos aquellos bolsillos que ganen más de 56.000 euros al año para dotar de fondo a las pensiones. Una contribución solidaria, según la denominan desde el Gobierno, un robo a puño cerrado, le llamamos los contribuyentes, cada día más remisos a la insumisión fiscal y la rebelión social.
Uno de los grandes propósitos del socialismo es pasar de controlar los mecanismos que dirigen el Estado a convertirse en los mecanismos del Estado, es decir, en el propio Estado en su extensión más grande y desarrollada posible. En ese tránsito, se vira de una democracia parlamentaria liberal a otra popular u orgánica donde el carácter asambleario y legislativo de un país torna en otro dictado bajo el patrón del Partido único o el Conducator maximus. La historia nos ha compartido nombres y procesos de conversión de la democracia a la autocracia y nos enseña el carácter débil de las instituciones de control democrático cuando se supeditan a la voluntad de un autoproclamado líder. Estoy hablando de España como podría hacerlo de cualquier nación que en centurias pasadas alcanzó su cénit democrático y de libertades antes de pasar por el Rubicón totalitario que le haría destrozar vidas humanas, arruinar la economía por décadas y ocupar sabanas negras en el recuerdo y memoria de quienes vivieron tan infernal tránsito.
Creo que al régimen le podemos llamar ya régimen, sin que a nadie le pueda molestar la definición. Con la invasión de RTVE se cierra el círculo parasitario con el que Sánchez ha llenado los organismos del Estado de socialistas. Ya no controlan los mecanismos, son el mecanismo. Tienen las instituciones a su servicio y el servicio que opera en esas instituciones, al servicio de su servicio. Más de media España ya trabaja para el PSOE, que es como gusta en las dictaduras presumir de poderío.