Podemos y el cielo

Podemos

Podemos, a través del Grupo Mixto -su menguada representación y su pelea con Díaz los sitúa ahí- ha presentado una Proposición de Ley (PL) para gravar correctamente «los beneficios caídos del cielo de la gran banca». No, no es broma, así titulan la PL, con ese lenguaje poco ortodoxo, propio de una jerga de alguien que no domina la lengua, como vuelven a demostrar al decir que «en España, el sector financiero se encuentra mayormente privatizado», en lugar de decir que la parte privada es la mayoritaria en el sector. Como digo, su lenguaje recuerda a algún personaje de serie televisiva de no muy elevado nivel que pueda usar una jerga similar. Puede comprobarse en este boletín de las Cortes Generales.

Aparte del título de la PL, el contenido de la misma es de patio de colegio o, mejor dicho, asamblea de facultad, esas que frecuentaban tanto los fundadores de Podemos y que parece que es a lo que vuelven, si es que alguna vez su esquema político salió de ellas, salvo para disfrutar de los privilegios de sus cargos.

En primer lugar, se quejan de que no hay un banco público importante para competir en la remuneración de depósito y concesión de crédito. A lo largo del texto se ve claramente que para lo que querrían dicho banco público es para conceder a discreción financiación aunque no cumpliese los parámetros de riesgo de una entidad financiera. Es decir, que les gustaría poder inmiscuirse en las competencias del BCE, porque de existir ese banco público y dedicarlo a esa función, contravendría toda la buena práctica establecida por el BCE, así como por la normativa internacional, como la normativa de Basilea. El desastre estaría garantizado.

Por otra parte, se quejan de que los bancos fueron rescatados. Es cierto que la banca, especialmente las cajas de ahorro para su reestructuración y saneamiento, recibieron dinero público, pero la finalidad no era salvar a las entidades, sino evitar que un colapso de varias de ellas pudiesen dejar absolutamente sin nada a una buena parte de la población. Por tanto, ese planteamiento tampoco es acertado.

Asimismo, afirma que la banca no está financiando la inversión productiva a largo plazo, cuando hace todo lo contrario: los bancos viven de tomar dinero lo más barato posible y prestarlo lo más caro posible para conseguir el margen de intermediación inherente a dicha operación. Si no realizan operaciones, dejan de ganar dinero, por lo que si no las llevan a cabo es porque no habrá demanda solvente de crédito, no porque ellos no deseen hacerlas.

Critica, del mismo modo, que el BCE retribuya los depósitos de los bancos. Ya fue una medida posiblemente no muy conveniente el dejar de retribuir las reservas obligatorias, pero el no ofrecer un tipo positivo, algo por debajo del oficial, para la facilidad marginal de depósito sería destruir la estabilidad de tipos que construye el pasillo de tipos de interés generado por el tipo oficial y las facilidades marginales de crédito y de depósito.

Por último, proponen gravar con un tipo del 75% el margen y las comisiones que excedan en un 5% las obtenidas en el primer semestre de 2022, para redirigir esos ingresos hacia subvenciones del sector público. Dos nuevas barbaridades: en primer lugar, con un 75% de tipo, crean un impuesto confiscatorio, con lo que lo perderían en los tribunales. En segundo lugar, se entrometen en el mercado de entidades financieras, que depende del BCE, para extraer recursos que les permitan aplicar luego una política fiscal expansiva por el lado del gasto.

Esta PL es una muestra más de la absurda demagogia de la extrema izquierda, cuya única obsesión -además de la del cielo, que o quieren tomar por asalto o hablan de lo que cae de él- es la de siempre: nacionalizar la banca y lograr que los ricos sean pobres, no que los pobres sean ricos, para lo cual en el camino destruyen a toda la clase media.

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