Pedro Sánchez: «Un Gobierno sin Presupuestos es un objeto inútil»

La distancia temporal respecto del momento en que unos acontecimientos se producen suele permitir efectuar un análisis más ponderado y objetivo de ellos. Cuando este criterio se aplica a la situación actual que atraviesa el Gobierno de España, con un presidente que va camino de los siete años en la Moncloa, el diagnóstico resulta demoledor. Porque permite además contrastar su actual acción política con lo que afirmaba y denunciaba con contundencia cuando estaba en la oposición ejerciendo como líder de la misma.
Precisamente, serán esas continuadas denuncias respecto a conductas y situaciones -que en su opinión deslegitimaban para continuar en el Gobierno al Partido Popular con Rajoy al frente-, las que él utilizará para justificar su posterior moción de censura. De entre todas ellas hay una que sin duda merece el titular: «Un Gobierno sin Presupuestos es como un coche sin gasolina; un objeto inútil». Colocar ante ese espejo a «la persona del candidato, frente a la persona del presidente» -según antológica expresión acuñada por su entonces vicepresidenta 1ª Carmen Calvo, hoy presidenta del Consejo de Estado-, exime de más comentarios. Porque en este caso, sin duda, aquellas palabras de la «persona candidato» son las que valen más que mil imágenes actuales de la «persona presidente». Es lo contrario a lo que afirma el conocido refrán, porque en efecto la «persona Pedro Sánchez» goza de un reconocido don de bilocación mental, que su imagen con su argumentario oficial califica de meros «cambios de opinión».
En su caso estamos ante un continuado cambio de opinión, ya que sólo ha aprobado dos Presupuestos desde su censura y ninguno en la actual legislatura, comenzada tras las elecciones del 23J de 2023, con la perspectiva de no hacerlo tampoco en este año en el que está repitiendo -quizás para convencer a sus enfervorizados conmilitones- de que hay legislatura «hasta 2027». Es decir, que pretende seguir transportando a España en un «coche inútil» durante tres años más. Y por cierto, que adviertan su a ministra y jefa virtual de la oposición en la Comunidad Valenciana, que parece no haberse enterado del «cambio de opinión al respecto por parte de su líder supremo. Ya que tras cambiar también ella de opinión acerca de la exigencia de una convocatoria de elecciones anticipadas en Valencia, ahora afirma que «sin Presupuestos no puede gobernar Mazón» y que tiene que dimitir. Lo que tratándose de una persona que forma parte del Gobierno de la Nación, resulta cuando menos sorprendente.
Pero además del titular relativo al «coche gubernamental inútil», hay otras realidades que habrían exigido hace ya tiempo una dimisión de Sánchez en conformidad con básicas reglas de comportamiento en una auténtica democracia parlamentaria. Que por definición es una democracia en la que el presidente es investido por el Parlamento ante el que responde de su actuación política y que sólo por él puede ser cesado -como Sánchez sabe muy bien- mediante una moción de censura. A diferencia de una democracia presidencialista, en la que son los votantes los que le eligen directamente y los que en su caso le relevan. Un ejemplo muy actual y cercano lo tenemos en Francia donde el mismo presidente de la República Emmanuel Macron, lleva cuatro primeros ministros en un año.
Pretender gobernar, por tanto, al margen del Congreso, como él mismo expresó hace unos meses ante el Comité Federal de «su» PSOE, -y que le aplaudió enfervorizado-, es una auténtica contradicción existencial. España es una Monarquía parlamentaria, no una Monarquía absoluta, ni por supuesto una República. El jefe del Estado es el Rey que «reina pero no gobierna», y Sánchez no es ni el jefe del Estado, ni reina, ni gobierna, simplemente «está» en la Moncloa. El caso del gasto en Defensa lo resume todo, no pudiendo cumplir con el compromiso asumido ante la UE y la OTAN por carecer de Presupuestos, buscando enmascarar ese gasto mediante artimañas presupuestarias. Por definición, no es posible una democracia parlamentaria sin apoyo del Parlamento. Y lo patético es que ante ésta situación no exista ni apenas un número de diputados socialistas -que se cuenten con los dedos de una mano- que den un paso al frente.
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