Ortuzar, un aldeano grosero

Ortuzar, un aldeano grosero
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

Pedirle a Andoni Ortuzar matices intelectuales en sus declaraciones es tan imposible como encontrar que su cabeza sirva para otra cosa que no sea enfundarse la boina, la txapela, que este hombre es muy mirado y usa términos vasquistas para disimular el español, que es su idioma de origen. Ahora, como el escolar que no se quiere ajuntar con su compañero de pupitre, está utilizando un lenguaje tabernario (de batzoki, por Dios, que somos del PNV) no ya para cerrar cualquier entendimiento con el PP, sino para agraviarlo con expresiones de cuadrilla y potes. La última lindeza que se le ha ocurrido al todavía presidente del Euskadi Buru Batzar es la de «refrescar la memoria», una frase de jugar al chinchorro y no de relacionarse con un colega, Feijóo, de actividad. En una ocasión divertida (lo cual tiene mérito hablando de quien estamos hablando) escuché al interfecto definir a su partido y a él mismo como «chinchetas». Aclaró el hombre que «nosotros pinchamos donde más conviene, aunque sea haciendo daño». Como se observa todo un planteamiento ideológico supremo: el PNV es, si atendemos a sus propias manifestaciones, casi una mosca testicular que retoza, en opinión de Ortuzar, allí donde más pica.

Y ahora le está picando al PP. ¿Por qué? Este cronista puede que tenga la respuesta y es esta: porque al citado Ortuzar y a su pandilla de Sabin Etxea les ha molestado clásicamente la buena relación de Feijóo con Urkullu, al que le queda un Teleberri en Vitoria. Ahora manda entre los discípulos de Arana (¿o es que ya se les ha olvidado de donde proceden?) una tribu de amiguetes/amiguetas que no aciertan a comprender lo que les está pasando. Y, ¿qué les está pasando? Pues que están perdiendo votos y voluntades a chorros. Un antiguo diputado del PNV decía esta pasada semana al cronista lo siguiente: «No se quieren enterar de que Bildu nos está comiendo la merienda» y añadía: «Fíjate: en Bilbao, nuestra sede electoral más querida, solo hemos ganado en dos barrios: Abando y Deusto» y terminaba: «¿Crees que se lo han hecho mirar? ¡Qué va! Le han echado la culpa al empedrado». Al empedrado y a «su» televisión, la ETB que la dicen repleta de gudaris armados de Bildu.

Está el PNV en una situación comprometida de cara a las elecciones regionales de año que viene y está eligiendo, según es noticia de corrido, una estrategia que le conduce a quedarse de monaguillo del etarra Otegi en la próxima primavera. Los genios que habitan en la casa citada de Sabin Etxea han decidido que, zurrando al PP con la peor de las educaciones (en el PNV actual falta mucho Deusto) van a recuperar el amor de sus votantes de siempre que, como se ha comprobado en las dos últimas elecciones, se están marchando a mecerse en los brazos del original, Bildu, abandonado a la fotocopia, PNV. Ortuzar y su cuadrilla de tochos patosos han contribuido decisivamente en estos cinco años de la pérfida gobernación sanchista a blanquear a la coalición filoterrorista de Bildu, de manera que miles de electores se han quedado recientemente con este mensaje: «A Bildu ya se le puede votar porque quieren lo mismo que nosotros, la independencia».

Y sobre esto de la independencia, dos recuerdos, ambos muy desagradables para la actual dirección peneuvista: el primero, la póstuma conversión del fundador Arana al rebaño de los odiados maketos con su Carta a los Vascos Españoles; la segunda, la intervención inteligente, sensata y atrevida, porque hay que ver cómo le miraron sus congéneres, del senador Michel Unzueta una tarde en la Cámara Alta: «Para nosotros, la independencia siempre será una asignatura pendiente». O sea, un instrumento de presión y chantaje a España, al Estado como ellos llaman horteramente a nuestro país. Ahora, en este momento, se confunden de medio a medio abrazándose a un partido, el Socialista, que les carcome el poder en el País Vasco, y a otro que se lo quiere quitar a toda prisa, Bildu. Mentes preclaras, profesionales y empresarios de las tres provincias están alarmados con la deriva de Ortuzar y demás jeltzales. Son los que no se fugaron del País Vasco cuando ETA les mataba o les sangraba las cuentas corrientes. Temen que, llegados Otegi y su tribu de matarifes al Gobierno autónomo, les crujan porque, en el fondo, les siguen considerando, como durante los años de plomo, enemigos a batir de pueblo vasco.

Pues bien, de todo esto, Ortuzar y sus burus no se están enterando de nada, o, como decía Franco, al que por cierto, sus antepasados se rindieron con armas y bagajes, se enteran demasiado bien. ¿Se le ha ocurrido a alguien la idea de que algún fanático en el PNV, por ejemplo el feroz secesionista Eguibar, propenda a una fusión con Bildu? Por si acaso no echen esta especie a la basura porque ya en Bildu moran los «hermanos separados» del PNV, la inexistente ya Eusko Alkartasuna, el partido que se piró del PNV en una noche terrible del Seminario de Artea. Al PNV del momento le viene bien, cree, zurrarle la badana al PP porque «nosotros no somos lo mismo, no aceptamos a los franquistas de Vox de compañeros de viaje», pero si, en cambio, van del brazo y por la calle de antiguos terroristas, que digan claramente qué es lo que ha hecho en Madrid el portavoz Aitor Esteban adulterado con Pedro Sánchez en cinco años de amoríos indisimulados.

Sí, le han sacado dinero, mucho dinero, lo que ha contribuido a acendrar la imagen de un partido sacamuelas que se vende por unos miles de millones más en ese cupo que se quiere cargar Bruselas. El aldeano Ortuzar, una chincheta según él, la goza cuando con su rostro rojizo y congestionado (¡cuídate Andoni que te va a dar un esparabánl!) le arrea sopapos trufados de una mala educación imperial al PP. Ellos son puros, netos como la leche en polvo. ¿Hay que recordarles cómo traicionaron a Rajoy tras aprobarle el Presupuesto y quedarse con un pingüe Concierto? Saben como lo justificaron: «Nosotros no podemos sostener a un partido corrupto». Y ¿qué ocurre con sus altos cargos alaveses internos en una cárcel vasca que se llevó hasta los ceniceros en comisiones y chantajes a empresarios igualmente corruptos? ¿Cuánto dinero de aquel bandido voló hasta el partido de Sabino? ¿Les recordamos, ya que estamos en eso, cómo se concedieron las loterías vascas? Y encima Ortuzar da clases y se pone chulo.

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