Ortega, Isla, Inditex o el orgullo de ser español

Ortega, Isla, Inditex o el orgullo de ser español
Amancio Ortega, Pablo Isla y Marta Ortega.

He alucinado esta semana viendo la que se ha montado a cuenta de la sucesión en la Presidencia de Inditex, de largo la compañía más capitalizada de España con 89.000 millones de euros de valor bursátil y la número 1 del planeta en el sector textil, por encima de bestias como la sueca H&M, la japonesa Uniqlo o la estadounidense GAP. Claro que no se podía esperar menos de un país en el que no somos los número uno en ciencia, en tecnología, en industria o en Educación pero sí en envidia, el gran pecado nacional según Baltasar Gracián. Aquí triunfas y las escopetas te apuntan y no paran hasta asesinarte civilmente. Lo mismito pero al revés que en esos Estados Unidos en el que los triunfadores son objeto a imitar por jóvenes, viejos y mediopensionistas. Así se ha levantado la nación más poderosa del mundo: sobre el mimetismo y el espíritu de superación. Los iconos mueven la sociedad.

En un país normal Amancio Ortega habría recibido mil y un doctorados honoris causa, tendría cátedras a su nombre, su trayectoria de self made man se estudiaría en las escuelas y sería motivo de consenso entre todos los ciudadanos, sean de izquierdas, de derechas o mediopensionistas. Aquí, no, aquí tiene poco menos que esconderse no vaya a ser que le caiga la mundial cuando en Estados Unidos iría con la cabeza bien alta por todo lo que ha generado en 85 años de vida en términos de empleo y PIB.

Esta semana ni Podemos ni sus sucursales mediáticas han defraudado en estupidez tras el relevo de Isla por Marta Ortega

Una de las grandes pifias que está devolviendo a la chusma podemita al lumpen del que nunca debieron salir fue la que montaron a cuenta de las máquinas contra el cáncer que el empresario galaico-leonés ha ido donando a la Sanidad pública a través de su Fundación. Seiscientos millones de euros que están sirviendo para salvar miles de vidas de una enfermedad que, desgraciadamente, se ha presentado alguna vez en todos los hogares de España. Las críticas del delincuente de Iglesias, de Irene/Irena/Ireno Montero, de Echenique y cía constituyeron un recital de imbecilidad que, afortunadamente, los españoles no han olvidado ni olvidarán jamás.

Esta semana ni Podemos ni sus sucursales mediáticas han defraudado en estupidez tras un relevo, el de Pablo Isla por Marta Ortega, que por otra parte estaba cantado desde el 31 de agosto cuando por sorpresa la heredera concedió una entrevista a la biblia del capitalismo estadounidense, The Wall Street Journal, una de las grandes joyas de Rupert Murdoch. “El 90% de los que nacen pobres muere pobre y el 90% de los que nacen ricos muere rico se esfuercen o no. Marta Ortega está dentro de ese segundo 90%, no es heredera de Inditex por haber trabajado de dependienta, lo es por ser ‘hija de’. Que no lo vendan como meritocracia”, apuntaba, y nunca mejor dicho lo de apuntar, el tuit que colgó Podemos el martes cuando estalló la bomba informativa.

En parecidos términos se expresó Íñigo Errejón, el ejemplar diputado que se dedica a propinar patadas en el abdomen a jubilados enfermos de cáncer de colon. Unos y otro, ignorantes todos, olvidan un pequeño detalle: el 60% de la compañía es propiedad de Amancio Ortega, con lo cual puede hacer con ella lo que le dé la realísima gana por esa regla de las mayorías que dicta que en una sociedad manda el que posee más del 51%. Si la apuesta por su hija pequeña sale mal, el mayor perjudicado serán él y los suyos, y si sale bien, que saldrá bien, el gran beneficiado será el clan. Tan sencillo como eso. Por cierto: a esos vagos redomados que son los podemitas, más aficionados a viajar a Marruecos sin moverse de Madrid que a currar, no les vendría mal hacer un tour por Arteixo y contemplar cómo a sus 85 años el patriarca continúa yendo a trabajar a diario no a un despachazo sino al puestito que tiene en la cadena de producción.

Pablo Isla es el gran culpable del crecimiento exponencial que ha registrado el holding gallego desde que aterrizara en Coruña en 2005

Otra de las perlas cultivadas que toda esta chusma ha enfatizado es el por otra parte certísimo varapalo, de un 6%, que sufrió la cotización de Inditex el martes tras conocerse el próximo traspaso de poderes. Estos intelectuales olvidan que es lo habitual cuando deja una compañía el cerebro del éxito, en este caso un Pablo Isla que es el gran culpable del crecimiento exponencial que ha registrado el holding gallego desde que aterrizara en Coruña en 2005. Cuando se conoció la enfermedad terminal de Steve Jobs, cuando falleció y cuando se conoció que le iba a sustituir el actual CEO, Tim Cook, todos pensaron que Apple se iba al carajo. Una década después, la manzana vale casi nueve veces más, al punto que es la sociedad más capitalizada de la historia con sus 2,6 trillones de dólares -esta semana registró máximos históricos superando ampliamente los 2,7-. ¡Casi dos veces el Producto Nacional Bruto anual de España!

La idiocia podemita no quedó ahí, entre otras cosas, porque es infinita. Hubo quien dentro de los morados llegó a proclamar a los cuatro vientos que la cotización de Inditex se desplomó el martes un 6% ¡¡¡porque la nueva presidenta es mujer!!! Se puede hacer más el ridículo pero no ser más gilipollas. Ahora resultará que los mercados de valores son machistas. Algo, por otra parte, perfectamente posible en la locoide mentalidad podemita. Hay que recordar que Irene Montero malversó 53.000 euros públicos en analizar, a través del amiguete, amigueta o amigueto de turno, “el machismo en los algoritmos”. No es broma.

De Pablo Isla qué quieren que les diga que no se sepa. Algo debe tener este agua cuando la bendicen no sólo los resultados, que no han parado de crecer desde su fichaje hace casi 17 años, sino la mismísima Harvard Business Review, que le coronó como mejor ejecutivo del mundo tanto en 2017 como en 2018. Manda huevos que lo aquí se le niega tanto a él como a ese segundo padre que es para él Amancio Ortega se lo tengan que reconocer a 6.000 kilómetros de distancia. La mejor universidad del mundo en general y de Negocios en particular no acostumbra a regalar elogios.

Con que imite a sus mayores le bastará a Marta Ortega para agigantar más si cabe ese proyecto de éxito que es Inditex

Ahora el enigma se llama Marta y se apellida Ortega. Sólo he hablado una vez con ella en mi vida y me pareció relista. Tan cierto es que esa perspicacia le ayudará notablemente como que para triunfar en el mundo de la empresa no basta con ser listo y/o inteligente. Hay que trabajar como un animal, liderar equipos y lograr la auctoritas de la que aún carece. Con que imite a sus mayores le bastará para agigantar más si cabe ese proyecto de éxito que es Inditex. Y no sólo empresarialmente: no estaría de más que tenga siempre presente que otra de las grandes razones del éxito de Inditex es la normalidad, la humildad y la sensatez que caracterizan tanto a su padre como al que el 1 de abril será su antecesor. He de recordar que el mismo negro augurio se formuló sobre Marta Álvarez, la hija del gran Isidoro, cuando arribó a la Presidencia de ese otro empresón que es El Corte Inglés. Dos años después, ya nadie discute su capacidad para el puesto, entre otras cosas, porque ha superado con nota una pandemia que puso contra las cuerdas a todo el sector de distribución a nivel internacional.

En una nación con cada vez menos motivos de orgullo, en la que el imaginario colectivo impuesto por Podemos identifica al empresario con una suerte de negrero malvado, creo que ha llegado el momento de dar un golpe encima de la mesa y reivindicar a compañías como Inditex, a emprendedores como Amancio Ortega y a ejecutivos como Pablo Isla. Y cuando hablo de Amancio Ortega, hablo indistintamente de personajes como Juan Roig, otro descomunal hombre hecho a sí mismo, de Florentino Pérez, tres cuartos de lo mismo pero en versión doble (Acs y Real Madrid), de Isidro Fainé, ídem de ídem, de un Ignacio Sánchez Galán que transformó dos pequeñas eléctricas (Iberduero e Hidroeléctrica Española) en un gigante del top 5 mundial eléctrico, de esa Telefónica de Pallete que está entre las ocho grandes telecom del mundo o de los dos Botín que han convertido una entidad financiera antaño segundona en un bancazo mundial. No sé por qué pero cada vez que miro a Amancio Ortega siento admiración y cada vez que veo a Iglesias un asco descomunal.

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