Nueva farsa de Maduro
Lo que se está viviendo esta semana en Venezuela es un insulto al Estado de Derecho de los venezolanos, a la inteligencia de las personas de bien y una humillación al legado de Montesquieu. La farsa de convocar unas elecciones, que son un fraude de antemano, para que el sátrapa Maduro disponga de una asamblea legislativa a su imagen y semejanza para hacer y deshacer a su antojo es algo que ya forma parte de los manuales de cualquier dictador degenerado que desprecia, amenaza, reprime, secuestra, tortura y mata a su pueblo. Las declaraciones amenazantes de su número dos, Diosdado Cabello, diciendo esta semana que “el que no vota, no come”, son el acabose de un régimen que ya forma parte de la lista de los gobernantes más ignominiosos en todo el mundo. Sí, Maduro integra el club de tiranos más sanguinarios de los últimos 50 años, comparable sólo a Bashar al-Asad. No se trata de una opinión personal. La ONU atribuyó en su informe de 2019 unas 7.000 muertes al régimen de Maduro en sólo ¡año y medio!
No se trata de un simple número. Estamos ante el autor de miles de crímenes contra la humanidad de acuerdo con la definición del Tratado de Roma que debería ser puesto inmediatamente ante la Corte Penal Internacional como ocurrió con el serbio Milosevic o el sudanés Omar al-Bashir. Lo que resulta patético es que de todos esos “garzonitos” que campan a sus anchas por la Audiencia Nacional para postularse para algún Nobel de la Paz no hayan movido todavía un solo dedo en defensa de la llamada justicia universal para llevar ante los tribunales al tirano caraqueño. Pero no debe sorprendernos. Ellos todavía están pensando en cómo juzgar ‘post-mortem’ a Franco o a Pinochet. Una auténtica vergüenza.
Para que cualquiera pueda hacerse una idea del alcance de los exterminios del miserable Maduro, frente a las 7.000 víctimas oficiales que le imputa la ONU, en la dictadura argentina de 1970 y 1980 hubo 8.000 muertos en muchos más años. O, por ejemplo, Pinochet acabó con la vida de mucha gente: 3.000 chilenos, pero lo hizo en 20 años, no en el año y medio que Maduro ha utilizado para acabar con más del doble de víctimas. A los datos de Naciones Unidas puede añadirse los que el Observatorio Venezolano de la Violencia publicó el pasado año: 330.000 muertos en 20 años de régimen chavista.
Creo que la magnitud de haber convertido a Venezuela en el régimen más sanguinario del mundo, por detrás tan sólo de Siria, es razón más que suficiente para que el Gobierno español salga de esa vergonzosa equidistancia que lo único que hace es ocultar su nulo compromiso con la libertad, la democracia y los derechos humanos. Es abyecto que Pedro Sánchez no sólo tenga de vicepresidente a Pablo Iglesias, sino que además lleve más de un año blanqueando a un gobierno criminal. Primero, despreciando a Juan Guaidó como presidente legítimo de los venezolanos y, segundo, recibiendo al demócrata defensor de los derechos humanos, Leopoldo López, en la sede del PSOE para no crear ‘ofendiditos’ dentro del Gobierno. Repugnante.
Y no es menos infame es que el ex presidente de los españoles José Luis Rodríguez Zapatero sea el principal embajador de Sánchez e Iglesias ante Maduro. Si unos se dedican a repartir lejía sobre el tirano aquí en España, el ex presidente se dedica a distribuirla en bidones dentro del territorio venezolano. El embuste del personaje es prodigioso. Zapatero fue aquel dirigente que izó la bandera de la legalidad internacional para sacar a las tropas de Irak en 2004, una legalidad que iba en consonancia con la falta de una resolución de la ONU que respaldara la invasión estadounidense. Ahora tiene ante sí demoledores informes rigurosos y legales de las Naciones Unidas, pero el otrora defensor de la legalidad internacional, esquiva ahora la justicia y se convierte en el abogado de una dictadura criminal (adagio: de alcalde a verdugo, ved como subo).
Temas:
- Nicolás Maduro
- Venezuela