Una norma absurda y tercermundista
La norma de que los resultados provisionales de las elecciones europeas sólo puedan conocerse después de las 23:00 horas, una vez cerrados los colegios electorales en Italia, roza el más ridículo tercermundismo. Que los españoles hayan tenido que esperar hasta tres horas una vez cerrados los comicios para saber los resultados de unas elecciones trascendentales para el futuro de Europa, y con indudables repercusiones en el panorama político nacional, debería ser motivo de reflexión en Bruselas, ya que es una prueba más de que la eurocasta parece vivir fuera de la realidad. Durante tres interminables horas los españoles tuvieron que soportar estériles sondeos a pie de urna y encuestas preelectorales que sólo contribuyeron a generar más confusión. No tiene sentido que en pleno siglo XXI la UE siga manteniendo una norma desfasada que es consecuencia de la falta de reflejos de los prebostes comunitarios para adaptarse a la nueva realidad. Las urnas se cierran a las ocho y los españoles, como el resto de ciudadanos de la UE, tienen que esperar a que las naciones más rezagadas culminen sus respectivos procesos electorales para conocer todos los resultados a la vez. ¿Y por qué? ¿Qué sentido tiene?
Sería conveniente que alguien cayera en la cuenta de que no se puede ir en contra del progreso tecnológico que permite anunciar el resultado electoral con mucha mayor premura que hace unas décadas. Y, sin embargo, en la UE siguen anclados en el pasado. Tres horas de espera es demasiado, una eternidad y una gigantesca pérdida de tiempo. Ya puestos, ¿por qué no obliga la UE a que todas las naciones voten el mismo día y con el mismo horario de apertura y cierre de los colegios electorales? Eso sería lo lógico y sensato, pero en Bruselas prefieren seguir con los métodos de antaño y presumir, al tiempo, de proyectarse al futuro. Un futuro que se alcanza, al parecer, dando pasos hacia atrás.
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