No es la Colombia de Pablo Escobar, son las Baleares del capo Cursach

No es la Colombia de Pablo Escobar, son las Baleares del capo Cursach
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El denominado caso Cursach -la mayor investigación de corrupción empresarial y  policial de Mallorca- es la expresión más fidedigna de la ausencia de la ley o, recurriendo a un ejemplo fácil de entender, lo más parecido a la Colombia de Pablo Escolar. Un proceso, en suma, cuajado de irregularidades que se saldó con la exculpación de un capo del ocio nocturno de las Islas acusado de múltiples delitos, y la condena –ahora– al juez y al fiscal instructores del caso. En efecto, 9 años de cárcel para el magistrado Manuel Penalva y el fiscal Subirán. Perseguir la corrupción, por lo visto, se paga muy caro en Baleares. En ocasiones como ésta es difícil comprender para el común de los mortales cómo funciona la vara de medir de la Justicia.

Hagamos memoria: un fiscal anticorrupción, Tomás Herranz, terminó pidiendo perdón al acusado entre lágrimas por haberle acusado en un principio de un sinfín de acciones delictivas que, por arte de birlibirloque, dejaron de serlo. No sólo eso. El fiscal anticorrupción Herranz pasó a convertirse en uno de sus máximos defensores y el mayor acusador -llegó a solicitar más de 100 años de cárcel- contra el juez Manuel Penalva y el fiscal Subirán, por haber filtrado a la prensa el curso de las investigaciones.

El remate es la condena a nueve años de cárcel impuesta por el Tribunal Superior de Justicia de Baleares al juez y al fiscal que investigaron el caso, los denunciados por Tomás Herranz, el mismo que logró que el capo Bartolomé Cursach se fuera de rositas, pese a ser acusado en un principio de delitos tan graves como homicidio, pertenencia a organización criminal, cohecho, extorsión, amenazas, delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo, tráfico de influencias, corrupción de menores o tenencia ilícita de armas. El tribunal les reprocha penalmente delitos de obstrucción a la justicia y coacciones, además del delito de omisión del deber de perseguir filtraciones a los medios de comunicación. La pregunta que usted, lector, se estará haciendo a esta hora es ¿dónde está el empresario Cursach? Pues en libertad partiéndose de risa.

 

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