Ni Cristo versus Arizona, ni tampoco versus Valencia
Es a Oscar Wilde a quien se atribuye la frase «la realidad siempre supera a la ficción», que equivale a decir, en nuestro régimen de la posverdad, que la realidad supera el relato. Efectivamente la realidad, que es verdadera, es más extraña que la ficción, que es falsa, porque, como dijo Mark Twain, «la ficción tiene que ceñirse a las posibilidades y tener sentido, la realidad no».
Y así seguimos desde hace ya una semana, con un Gobierno que construye ficciones a partir de un fenómeno atmosférico que las excede en mucho: en el origen, en el desarrollo y en las consecuencias. Por muy imprevisible e improbable que pudiera parecer, la DANA ha sido y es una devastadora realidad, y las ficciones que crean en el Gobierno y en su entorno vienen a ser, como mucho, un producto vicario de esa realidad que se limita a observarla y a formular variantes que, de un modo u otro, la distorsionan.
Algo distinto es lo que le ha pasado a la administración valenciana. En una siniestra metáfora la ola les ha pasado por encima y los ha tenido palmoteando sin orden y con más voluntarismo que efectividad, sin darse cuenta que a veces nadaban más hacia el fondo que hacia la superficie, y que las explicaciones no eran tales porque no conseguían explicarse a sí mismos lo que estaba ocurriendo. En Cristo versus Arizona, novela experimental que Camilo José Cela escribió en un único párrafo de cientos de páginas, el monólogo del narrador contiene el siguiente texto: «Gerard Ospina me dijo, debes poner en orden lo que vas explicando para que la gente no se confunda, lo mejor es ir contando por muertos, yo le respondí, hablar es muy fácil, pero poner orden en lo que se va diciendo ya no lo es tanto».
La muerte de cientos de personas, el dolor y el sufrimiento de muchos miles y las pérdidas materiales son consecuencias que importan directamente a los afectados, pero que afligen el corazón de todos los españoles. Pero también, y eso nos enrabieta, todos estamos sintiendo indignación e impotencia por la actuación rácana y siniestramente calculadora del Gobierno. Sórdidas miserias de un puñado de políticos sin escrúpulos a los que ya hemos visto en tantas indignidades que nadie puede atribuirles humanidad, conmiseración o empatía.
En un punto diametralmente opuesto de generosidad y animosidad están todos los compatriotas que entregan sus donaciones sin esperar a que alguien se las pida, o que se han movilizado para ayudar directamente con sus manos y con sus medios. No encuentras a nadie que no esté pensando en la forma de contribuir a la causa, y este fin de semana han sido innumerables las muestras de solidaridad en todo tipo de encuentros o eventos sociales o deportivos. Las ayudas a través de Caritas han desbordado cualquier previsión; se han llenado los cepillos de todas las iglesias y, así mismo, en todas las misas se ha rezado por los fallecidos y se ha pedido consuelo para todos los afectados.
También se percibe en esto lo lejos que está el Gobierno del sentir de buena parte de los ciudadanos que, al igual que se enorgullecen de la dignidad y valiente serenidad de los Reyes, buscan amparo en una fe que les conforta ante el sufrimiento y les da esperanza para el devenir. Saben que las letanías sirven para el recuerdo, pero también para la salvación. Ni Cristo está muy harto de los pecadores ni los valencianos, o en general los españoles, hemos ido escarmentando a Dios a pesar de su infinita paciencia. En el fondo, como en su alma de pecador sabía Wendell Espana, narrador en la novela de Cela, «Cristo va hacia Arizona y hacia todo el mundo, Cristo no va en contra de nadie porque es poderoso y humilde».
Acaso esas limpias palabras y las ejemplares actitudes sirvan para enfrentar y purificar las muchas sordideces que estamos contemplando.
Hoy el estado de Arizona puede ser protagonista de las elecciones norteamericanas. No sólo porque los once compromisarios que allí se eligen pueden ser claves para determinar quién será el próximo presidente, sino porque con casi total seguridad se aprobará una enmienda a la Constitución local que permitirá el aborto hasta que el feto tenga viabilidad (¡estado que solamente se alcanza a partir de las 26/28 semanas de embarazo!). No, Cristo tampoco está versus Arizona, ¡pero allí se pueden producir más muertes que las que contaba Cela en su figuración del Duelo del OK Corral!